“La muerte no es el fin de todo, sino el comienzo de algo. Es un nuevo inicio”, escribió el papa Francisco en un texto inédito. El mensaje aparece como prólogo del libro del cardenal Angelo Scola, que saldrá a la venta el 24 de abril de 2025.
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El fragmento se publicó este martes en medios italianos y adquiere una dimensión especial tras la muerte del pontífice. Francisco redactó estas palabras el 7 de febrero como introducción al libro “En espera de un nuevo comienzo. Reflexiones sobre la vejez”, del arzobispo emérito de Milán.
El papa Francisco y una visión esperanzadora sobre la muerte
El papa reflexiona que la vida eterna empieza ya en la tierra, en las actividades diarias de quienes aman. Esa experiencia anticipa algo que no terminará y que, por ello, representa un nuevo comienzo.
“Viviremos algo que nunca hemos vivido plenamente: la eternidad”, afirma en su texto. La frase busca resignificar la muerte como una transición y no como una pérdida definitiva.
Francisco propone ver la muerte sin temor, como parte del proceso vital. El prólogo busca acompañar la lectura del libro del cardenal Scola con una mirada serena sobre el final de la vida. El papa reconoce que hablar de muerte y vejez resulta incómodo en una sociedad que evita estos temas. Sin embargo, insiste en que afrontarlos con verdad fortalece el sentido de la existencia.
La vejez como etapa digna y necesaria
Francisco también aborda el valor de la vejez desde una mirada íntima y agradecida. Encuentra afinidad con el autor al usar la palabra “viejo” sin eufemismos ni suavizantes. Recuerda que él mismo atravesó una hospitalización reciente, con 38 días de internación por una neumonía bilateral.
El papa señala que envejecer no equivale a ser descartado, sino a ganar en sabiduría y discernimiento. Destaca que la cultura dominante suele rechazar la vejez, pero él propone valorarla como una fuente de experiencia.
Menciona que términos como reflexión, escucha o lentitud deben entenderse como virtudes y no defectos. Finalmente, invita a vivir la vejez con gratitud, como una etapa de vida y no como una antesala del final.