En marzo de 2025, el presidente ruso, Vladímir Putin, habría enviado un retrato enigmático del expresidente Donald Trump al actual mandatario de Estados Unidos.
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La noticia, generó reacciones internacionales. Fue divulgada por CNN, medio que accedió a una imagen de la pintura y a una entrevista con su autor, el reconocido artista ruso Nikas Safronov.
La obra fue entregada personalmente por Steve Witkoff, empresario y allegado a Trump, quien reveló el hecho en una conversación con el presentador Tucker Carlson.
Witkoff describió la pintura como “un hermoso retrato”, elaborado por un “artista ruso destacado”, y señaló que Trump se sintió “claramente conmovido” al recibirlo.
A pesar del simbolismo del gesto, el retrato no fue difundido públicamente hasta que CNN obtuvo acceso a él a través del propio Safronov, quien compartió detalles inéditos de su creación.
Un retrato lleno de simbolismo político y personal
Según reveló Safronov a CNN en Moscú, la imagen representa a Trump levantando el puño sobre un escenario, tras sobrevivir al intento de asesinato ocurrido durante un mitin en Butler, Pensilvania, en julio de 2024. El pintor destacó que quiso capturar “la sangre, la cicatriz y su valentía”, para mostrar que el expresidente “es uno con Estados Unidos” y simboliza la resiliencia nacional.
Safronov es un artista ampliamente conocido por retratar a líderes mundiales como el papa Francisco, el presidente indio Narendra Modi y el líder norcoreano Kim Jong Un. En este caso, explicó que fue contactado por “algunas personas” que querían que pintara a Trump “tal como lo veo”, aunque en un principio no supo quién estaba detrás del encargo.
“Cuando comencé el retrato, me di cuenta de que podría acercar a nuestros países”, dijo el artista, quien aseguró no haber cobrado por la obra. Más tarde, fue el propio Putin quien lo contactó directamente para expresarle que este retrato representaba “un paso importante para mejorar la relación de Rusia con Estados Unidos”.
La revelación del retrato, sumado al gesto diplomático de Putin, reabrió el debate sobre la influencia rusa en la política estadounidense, especialmente en un año electoral. El simbolismo del regalo fue interpretado por analistas como una señal de cercanía entre ambos líderes.