Los propietarios de locales, aledaños a la Contraloría, evalúan la destrucción registrada durante los 12 días de manifestaciones. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Graves daños se registraron en los negocios aledaños a la Asamblea Nacional y la Contraloría General del Estado, ubicadas en la avenida 6 de Diciembre y Tarqui, en el centro de Quito. La mañana de hoy, lunes 14 de octubre del 2019, los propietarios de esos locales evaluaban la destrucción registrada durante los 12 días de manifestaciones y pidieron al Gobierno Nacional que les ayude por las pérdidas económicas que deben afrontar.
Con lágrimas en sus ojos, Saskia Villalba contó que su restaurante, el ‘Fogón Quiteño’, fue saqueado y destrozado la tarde del sábado 12 de octubre. Eran aproximadamente las 15:30 cuando desconocidos ingresaron a su negocio. A esa hora, ella y su esposo recibieron la llamada telefónica de un vecino, quien les alertó sobre lo que ocurría.
Los vándalos accedieron al local por los techos de la cocina y la puerta. Rompieron las mesas, sillas y las tablas que adornaban las paredes. Destrozaron las vitrinas de cristal en donde se guardaban los postres y las neveras. “Rompieron los motores de los congeladores”, relató Villalba en una entrevista con este Diario.
Los daños ascienden a USD 20 000. También se robaron comida, una bomba de agua, seis cilindros de gas, bebidas y rompieron a golpes un televisor, así como la línea blanca de la cocina. Los delincuentes se llevaron las ollas, platos y cubiertos. Asimismo rompieron varias ventanas.
“Estoy desesperada porque tengo dos hijos que mantener, uno estudia en la universidad y la otra empieza la escuela. También a mi madre de 90 años. Tengo créditos y deudas por pagar. Me hicieron mucho daño”, manifestó la mujer y responsabilizó al Gobierno por lo sucedido y las pérdidas. “Somos pueblo ¿ahora quién nos ayuda?”.
Labora con dos empleadas, madres solteras, a quienes no les puede pagar la quincena porque no tuvo ingresos durante 13 días. “Pido ayuda a los ecuatorianos para que traten de hacer algo por los comerciantes que resultamos afectados, con pérdidas cuantiosas”.
Su esposo, Vladimir Viteri, manifiesta que los vándalos rompieron la cerca de un estacionamiento en donde también funciona una vulcanizadora, localizada junto al restaurante, para acceder. Asegura que llamó al ECU 911, pero nadie lo auxilió.
Desesperado, tomó un palo para defender su negocio y trató de sacar a los manifestantes. “Al principio pensé que eran pocos, pero luego noté que eran alrededor de 30. Me golpearon en las piernas. Apenas me encogí, cubrí mi cabeza y me patearon y apalearon. Aguanté de todo”.
Viteri tiene heridas en los muslos, pues los agresores le atacaron con palos cubiertos de clavos. Minutos después, los policías arrojaron bombas lacrimógenas y el dueño del restaurante logró escapar con dirección al parque El Ejido. Allí, un grupo de vándalos volvió a golpearlo, pero al final logró escapar. “Gracias a Dios no me hirieron de gravedad”. Al pedirles ayuda a los policías -indicó Viteri- estos le indicaron que “se encuentran en la línea de tiro y no podían hacer absolutamente nada”.
Pedro Urquizo, dueño de la cebichería ‘Pedro y Pablo‘, no sufrió daños tan graves como el otro negocio. Cuenta que perdió USD 4 000 en ventas correspondientes a los 12 días de las manifestaciones y ahora no tiene ingresos para pagar la quincena de sus empleados, arriendo del local y servicios básicos.
Su negocio tuvo daños en las afueras. Le destruyeron letreros, la central de gas y extractor de olores. “Esas afectaciones alcanzan USD 2 000”, dice Urquizo. Añade que una bodega en donde se almacenaban bicicletas, ubicada sobre su cebichería, fue saqueada; la puerta metálica corrediza fue destrozada a punta golpes y los delincuentes -disfrazados de manifestantes- se llevaron la mercadería que se encontraba allí.
La mañana de hoy, funcionarios del BanEcuador acudieron a la zona en donde se registraron desmanes durante las protestas por la eliminación del subsidio a los combustibles. Visitaban los locales afectados por los daños y dialogaban con sus propietarios. Levantaban información sobre las pérdidas, pero no dialogaron con los periodistas.