La huelga convocada por las centrales obreras opositoras en reclamo de cambios en el impuesto a las ganancias que pagan los trabajadores paralizó a la Argentina. Foto: AFP
La huelga convocada por las centrales obreras opositoras en reclamo de cambios en el impuesto a las ganancias que pagan los trabajadores paralizó hoy, martes 31 de marzo de 2015, a Argentina con una adhesión casi total del gremio de transporte.
En la capital argentina se paralizaron los servicios de ómnibus, trenes y subterráneos, al tiempo que se observó poco movimiento en las calles y agrupaciones de izquierda bloquearon durante varias horas los principales accesos a la ciudad de Buenos Aires.
La huelga también se sintió en los tribunales, con un alto acatamiento de los trabajadores judiciales. Los bancos no abrieron al público, al tiempo que se paralizó la recolección de residuos y no hubo movimiento en los puertos.
En muchos hospitales públicos sólo atendió la guardia de emergencias. La poca actividad se repitió en las principales ciudades del país, entre ellas Córdoba, Rosario y Mendoza.
También se vieron afectados los vuelos domésticos, que fueron cancelados en su totalidad, mientras que varias partidas con destinos internacionales fueron canceladas o demoradas, al tiempo que algunos arribos fueron desviados al aeropuerto de Montevideo.
El dirigente de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), el gremio de los choferes de ómnibus, Roberto Fernández, aseguró que “el impacto es completo”. “Hemos perdido todos. Este día se pierde, el país pierde mucho y los trabajadores perdemos mucho”, declaró el sindicalista en declaraciones radiales, a la vez que insistió en “buscar el diálogo, porque no se puede gobernar sin diálogo”. “Acá nos equivocamos todos.
Es momento de reflexionar”, sostuvo Fernández. El secretario adjunto del sindicato de camioneros, Pablo Moyano, señaló que la huelga tuvo “un acatamiento del casi 95 por ciento” y lo consideró un “éxito total”. Advirtió que si no hay respuesta a los reclamos, podría haber nuevas medidas de fuerza. Dirigentes sindicales no descartaron convocar una nueva huelga de 36 horas en abril.
El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, afirmó en cambio que si el transporte funcionara, “hubiera trabajado el 95 por ciento de la gente”. Consideró “inconcebible” la decisión de la UTA de convocar la huelga al afirmar que “sólo el siete u ocho por ciento de sus trabajadores son alcanzados por el impuesto a las ganancias”.
“Están parando por defender los sueldos altos de otros gremios”, advirtió el jefe de ministros, quien señaló que “el Estado termina siendo ‘cornudo’ (engañado) y apaleado”. La huelga fue convocada por las facciones opositoras de la central obrera Confederación General del Trabajo (CGT), lideradas por Hugo Moyano y Luis Barrionuevo, ATE y la sección disidente de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA).
La CGT oficialista, encabezada por el dirigente metalúrgico Antonio Caló, dejó en tanto en libertad de acción a sus afiliados.
Los gremios reclaman un cambio profundo en la escala de aplicación del impuesto a las ganancias y no sólo un alza del mínimo no imponible sobre el cual se aplica el tributo.
La falta de actualización de las escalas desde hace 15 años llevó a que más trabajadores se vean alcanzados por el impuesto en un contexto de alta inflación y que éstos paguen tasas más altas, de hasta el 35 por ciento de sus salarios. El salario mínimo imponible para el impuesto a las ganancias es de unos USD 1.700.
El ministro de Economía, Axel Kicillof, descartó el lunes cambios en el impuesto a las ganancias al considerar que “está muy bien en el nivel en el que está”, después de que “se ajustó muy fuerte hace dos años”. Kicillof remarcó que este tributo “afecta a la minoría que más gana”.
“Los que pagan impuesto a las ganancias son el diez por ciento de todos los trabajadores argentinos, o sea, son 850.000 personas de una fuerza de trabajo de 11 millones”, subrayó.