Una huelga encubierta de los controladores aéreos sumió ayer a España en un caos sin precedentes. El espacio aéreo de prácticamente todo el país quedó cerrado a última hora de la tarde, después de que estos trabajadores comenzaran a ausentarse de sus puestos de trabajo alegando motivos de salud.
El gobierno de Rodríguez Zapatero les dio un ultimátum para que regresasen a sus puestos de trabajo: si no regresan… los centros de control de los aeropuertos civiles quedarán militarizados. “No vamos a permitir este chantaje que está utilizando como rehenes a los ciudadanos”, advirtió el ministro de Fomento, José Blanco. El Ejecutivo de Zapatero estudia incluso acusarlos de sedición, un delito contemplado en el Código Penal y que se castiga con hasta 10 años de cárcel.
La huelga encubierta de los controladores aéreos afectó ayer a 250 000 pasajeros y de proseguir, los damnificados podrían llegar a ser 4,6 millones de personas. Los aeropuertos españoles se convirtieron en un hormiguero de personas, con largas filas de pasajeros indignados y nerviosos, mientras el espacio aéreo español se quedaba vacío de aviones. Miles de personas pretendían iniciar ayer unos días de vacaciones coincidiendo con el puente de la Constitución.
El lunes y el miércoles son festivos nacionales. También cientos de inmigrantes ecuatorianos que viven en España y que tenían previsto viajar a su patria se quedaron varados.
El Ejecutivo hizo entrar en vigor con urgencia, a las 21:30, un decreto ley que permite al Presidente del Gobierno ordenar esa militarización, que supone que el Ministerio de Defensa asuma el control del espacio aéreo civil. “El Gobierno ha activado todos los mecanismos ante esta situación de extrema gravedad, que ha comunicado a todas las fuerzas políticas”, dijo Blanco.
Los controladores ya habían mostrado su oposición a una regulación por parte del Gobierno de máximo de horas que pueden trabajar, una medida que fue ayer ratificada por el Consejo de Ministros. Pero el alcance de su protesta tomó por sorpresa al país. El espacio aéreo de la capital española y el que depende de él fueron los primeros en quedar cerrados por la tarde. En la noche el Ejército asumió el control de la navegación aérea.