Estudiantes queman un contenedor durante una protesta contra los planes de reforma educativa del Gobierno frente a un instituto en Montpellier (Francia), hoy, 5 de diciembre de 2018. Foto: EFE
El gobierno francés dejó este miércoles 5 de diciembre de 2018 la puerta abierta a hacer más concesiones al movimiento de los “chalecos amarillos”, incluyendo un posible restablecimiento del impuesto a la fortuna, para evitar a toda costa nuevos disturbios en el país.
El ejecutivo anunció la víspera la suspensión de un alza de los combustibles así como la congelación de los precios del gas y la luz para frenar las protestas que sacuden Francia desde hace tres semanas y que han derivado en la peor crisis de la presidencia de Emmanuel Macron.
Pero estas medidas parecían ser insuficientes para la mayoría de manifestantes. Solo dos depósitos de carburantes fueron desbloqueados tras los anuncios y las convocatorias a salir a las calles el sábado seguían en pie.
Éric Drouet, un portavoz de los “chalecos amarillos”, un colectivo que nació en las redes sociales y que debe su nombre a las prendas fluorescentes obligatorias en los vehículos, llamó a los franceses a congregarse el sábado “cerca de los lugares de poder: los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo o la plaza de la Concordia”, frente a la Asamblea Nacional.
El gobierno quiere evitar a toda costa que se repitan las escenas de caos del fin de semana pasado, cuando los manifestantes tomaron el Arco del Triunfo, montaron barricadas en el corazón de París y prendieron fuego a coches, ante la mirada incrédula de residentes y turistas.
Las autoridades quieren también impedir que la ola de protesta se extienda a otros sectores. Varios colegios de secundaria estaban bloqueados el miércoles, por tercer día consecutivo de una movilización para protestar contra la reforma educativa del gobierno. Los agricultores también sopesan salir a las calles.
‘Si algo no funciona, lo cambiaremos’
Emmanuel Macron, que no se ha pronunciado públicamente sobre esta crisis desde su regreso del G20 en Buenos Aires el domingo, se enfrenta a unos días cruciales para su presidencia, en los que se juega su credibilidad.
El exbanquero de inversiones de 40 años, fue elegido en mayo 2017 con la promesa de “transformar” Francia. Pero el martes tuvo que ceder por primera vez en su ambicioso plan de reformas.
“No retrocedemos, sino que damos un paso a un costado”, minimizó una fuente de la presidencia. El objetivo es ajustar “ los medios puestos en marcha para la transición ecológica porque “al parecer no corresponden con lo que los franceses quieren”, añadió la misma fuente.
Pero el miércoles el ejecutivo parecía dispuesto a ceder aún más terreno. El portavoz del gobierno, Benjamin Griveaux, entreabrió la puerta a un posible restablecimiento del Impuesto a la Fortuna (ISF), una de las reivindicaciones más frecuentes entre los manifestantes.
“Si algo no funciona, no somos tontos, lo cambiaremos” , declaró Griveaux en una entrevista con la radio RTL. Este impuesto fue recortado por Macron el año pasado para evitar que las grandes fortunas se vayan al extranjero y ha servido a la oposición para calificar a Macron de “presidente de los ricos”.