Uno de los últimos juicios de criminales nazis llega a su fin

El exguardia del campo de Stutthof Bruno Dey es acusado de complicidad en el asesinato de 5 320 personas. Tenía entre 17 y 18 año cuando ocurrieron los hechos. Foto: AFP.

El exguardia del campo de Stutthof Bruno Dey es acusado de complicidad en el asesinato de 5 320 personas. Tenía entre 17 y 18 año cuando ocurrieron los hechos. Foto: AFP.

El exguardia del campo de Stutthof Bruno Dey es acusado de complicidad en el asesinato de 5 320 personas. Tenía entre 17 y 18 año cuando ocurrieron los hechos. Foto: AFP.

La acusación requirió este lunes 6 de julio del 2020 tres años de cárcel contra un exguardia SS de campos de concentración, juzgado en Alemania en uno de los últimos juicios contra los responsables de las atrocidades nazis

Bruno Dey, un exguardia SS (Escuadrones de Protección) , la organización militar nazi, está acusado de complicidad en el asesinato de 5 230 personas cuando trabajaba en el campo de Stutthof, cerca de lo que entonces era Danzig, ahora Gdansk en Polonia.

Dey está siendo juzgado en un tribunal de menores porque tenía entre 17 y 18 años en el momento de los hechos. El veredicto se conocerá el 23 de julio.

“No hay ninguna duda” sobre la culpabilidad del acusado, quien “actuó de forma intencionada”, estimó el lunes el fiscal Lars Mahnke, que requirió una pena de tres años de cárcel.

El acusado, actualmente panadero jubilado, asiste a la audiencia en silla de ruedas acompañado por una enfermera y tapándose la cara, de espeso bigote, con una carpeta.

Dey niega cualquier culpa por lo que sucedió en el campamento.

Su defensa ha insistido en que no se unió voluntariamente a las SS antes de servir en el campamento desde agosto de 1944 hasta abril de 1945, y terminó asignado allí porque una afección cardíaca lo excluyó del servicio de primera línea.

Pero, para el fiscal, el acusado participó en un “genocidio” , en una “matanza organizada por el Estado”, del que se podía apartar “bajando de la torre, entregando su fusil y declarando que no podía continuar ” .

“No puede estar orgulloso de haber desviado la mirada en el momento decisivo”, denunció el fiscal. La justicia debe “enviar una señal de advertencia clara a todo el mundo, incluso 75 años” después, afirmó.

Durante su testimonio en mayo, Dey le dijo a la corte que quería olvidar su tiempo en el campamento. “No quiero seguir repasando el pasado”, dijo al tribunal de Hamburgo.

La jueza Anna Meier-Goering preguntó si Dey había hablado con sus hijos y nietos sobre el tiempo que estuvo de guardia en Stutthof. “No tengo ninguna culpa por lo que sucedió en ese entonces”, respondió Dey. “No aporté nada, aparte de hacer guardia. Pero me vi obligado a hacerlo, era una orden”.

Dey reconoció el año pasado que había estado al tanto de las cámaras de gas del campo y admitió haber visto “figuras demacradas, personas que habían sufrido”, pero insistió en que no era culpable.

Los nazis establecieron el campo de Stutthof en 1939, inicialmente usándolo para detener a prisioneros políticos polacos.

Sin embargo, terminó reteniendo a 110 000 detenidos, incluidos muchos judíos. Unas 65 000 personas perecieron en ese campo.

Dey, que ahora vive en Hamburgo, se convirtió en panadero después de la guerra. Casado y con dos hijas, complementó sus ingresos trabajando como camionero, antes de asumir un trabajo en mantenimiento de edificios.

Quedó en la mira de los fiscales después de un histórico fallo de 2011 contra el ex guardia del campo de Sobibor, John Demjanjuk, sobre la base de que él era parte de la máquina nazi de matar.

Desde entonces, Alemania se ha esforzado para procesar por el mismo motivo al personal sobreviviente de las SS.

El ucraniano-estadounidense Demjanjuk fue condenado por ser un accesorio del asesinato de casi 30 000 judíos en el campo de exterminio de Sobibor, y murió mientras su apelación estaba pendiente.

El tribunal dictaminó que, como guardia en el campo, estaba automáticamente implicado en asesinatos llevados a cabo allí en ese momento.

El caso sentó un nuevo precedente legal y provocó varias condenas adicionales de oficiales nazis, incluida la del 'contador de Auschwitz'  Oscar Groening, quien murió a los 96 años antes de que pudiera ser encarcelado.