Gabriela Bade,
El Mercurio de Chile, GDA
Esa hora y media que cada uno de los 33 mineros se demorará en dejar atrás tres meses de encierro bajo tierra, será casi como pasar por un canal de parto. Una vida anónima, de ciudadano común y corriente, se transformará en otra, de héroe o celebridad.
Y este es quizás el desafío más importante que les espera tras el fin de su odisea. “Los mineros están entrenados para estar bajo tierra y organizarse en situaciones de emergencia. Pero no están entrenados para enfrentarse a los medios y a la presión ambiental”, explica el psiquiatra Rodrigo Figueroa, jefe de la Unidad de Trauma, Estrés y Desastres del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Católica y que, además, trabajó en el campamento Esperanza con las familias de los atrapados.
Aun así, él cree que ellos “nos volverán a sorprender en lo bien que se van a adaptar a sus nuevas rutinas. Excepto algunos que, como en todo grupo, son más vulnerables y no toleran bien la presión”, asegura.
No es el único que piensa lo mismo. El psicólogo Alberto Iturra, quien ha hecho toda la labor de contención psicológica y emocional de los 33 atrapados, también cree que estarán bien. “Ellos han sido muy competentes y son gente sana. Haremos algunas reuniones para el proceso de adaptación que vendrá”.
Están estudiadas las amenazas al equilibrio emocional que cualquier persona puede enfrentar tras una crisis como ésta. “La incertidumbre laboral; el desajuste familiar y de pareja; el temor a la indefensión legal; el acoso asistencialista y mediático; el abandono de la ayuda recibida y de la atención mediática, y el cambio abrupto de roles de ciudadano normal a celebridad”, enumera Rodrigo Figueroa.
En cuanto al interés de los medios, los profesionales entrevistados coinciden en que los mineros tienen que tener en cuenta que será una fama transitoria. Y que deberán tomarla con prudencia. Aunque es posible que no sea igual para todos. Ahí está el caso de los sobrevivientes uruguayos, cuyo avión cayó en los Andes. Dan charlas y recorren el mundo.
Normalmente, un 15% de las comunidades afectadas por desastres desarrolla estrategias para funcionar mejor después. Pero, sí va a haber un porcentaje importante al que no le ocurra eso, que va a sentirse frustrado y con una dificultad para readaptarse a su rol tradicional. Para lo que sucederá desde el día después del encierro habrá asistencia a los mineros de al menos seis meses o del tiempo que ellos necesiten.
Entre las situaciones que podrían darse en el futuro, los mineros deberían estar atentos a los síntomas de estrés postraumático. Por ejemplo, insomnio, irritabilidad, flashbacks , angustia. Si aparecen estos síntomas, lo más recomendable es que consulten, porque el estrés postraumático tiene muy buen tratamiento.
Aunque los mineros están sanos y sin problemas psicológicos, al momento de salir del encierro serán trasladados a un hospital por un lapso de entre 48 y 72 horas, explica Alberto Iturra.