El alto tribunal respondió en favor de la actriz de contenido para adultos, quien pidió que se respetara su derecho de libre expresión en redes sociales.
Esperanza Gómez, en 2020, llegó a tener más de cinco millones de seguidores en Instagram y ahora solo cuenta con un millón y medio, porque la plataforma, sin previo aviso, decidió cerrar su perfil.
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¿Qué significa esto para una mujer que dejó las producciones para adultos y apostó por la creación de contenido como independiente? La actriz contó a EL TIEMPO que en la situación no solo ella se ha visto perjudicada económicamente, sino que la situación también ha involucrado empresas con las que trabajó en este momento.
Por ello y más, la actriz de contenido para adultos emprendió una disputa legal contra Meta para que le devolvieran su cuenta principal y para que reconocieran que algunos derechos le estaban siendo vulnerados. Pues, tras abrir cuatro perfiles y que todos fuesen cerrados, empezó a notar que Instagram le vulneraba su libre expresión, solo por ser parte de una industria para adultos.
La Corte Constitucional falló a su favor, por lo que ahora el mecanismo judicial de Colombia deberá velar por sus peticiones y mediar entre la compañía estadounidense Meta, dueña de Instagram, para que reconozcan sus derechos.
Esto es lo que cuenta Esperanza Gómez, la actriz de contenido para adultos, a diario El Tiempo, de Bogotá, sobre todo lo que implicó para ella el proceso del que salió victoriosa y qué deberá hacer Meta con su caso.
¿Qué piensa del fallo?
Estoy muy contenta porque nunca antes se había visto este tipo de precedente. Cuando puse la denuncia en contra de Meta, la gente pensaba que estaba loca. La justicia, los jueces, ninguno me quiso aceptar la denuncia. Los abogados que contactaba decían que no estaban dispuestos a acompañarme en un proceso de este tipo, porque era una batalla legal perdida. Afortunadamente encontré, en Cali, a Gonzalo Naranjo, Andrés Sinisterra y Julián Cuero, ellos me dijeron: “Esperanza, es muy difícil. Posiblemente no ganamos, pero la peor diligencia es la que no se hace”.
En la Corte Constitucional, la magistrada Joana Ángel nos escuchó. Encontró en las pruebas que presentamos que me estaban discriminando por ser actriz de entretenimiento adulto. A ella le mostramos que no infringía las normas de la plataforma, que mis contenidos eran similares a los que tenían muchísimas cuentas e incluso, muchísimo menos explícitos.
¿Por qué iniciar un proceso legal?, ¿por qué no abrir otra cuenta y ya?
La gente cree que recuperar casi 7 millones de seguidores es fácil para mi y no. Yo ya estaba cansada. Luego de que me cerraron mi primera cuenta (la que más seguidores ha tenido), abrí otra y en esa me bajaron una foto en la que salgo en la sala de mi casa, sentada en el piso, con mi perrita en las piernas, pintando un cuadro. Usaba unos tenis, una trusa de gimnasio, un pantalón. La bajaron por motivos de prostitución y pornografía. Esto era persecución y acoso de parte de esta plataforma.
Así no estuviera vendiendo sexo, servicios sexuales o pornografía, me censuraban las publicaciones con lo mismo. Y no soy la única persona afectada. Las empresas de las que fui modelo, incluso antes de entrar en el mundo de la pornografía, que sacan sus fotos en las que estoy, han perdido las cuentas. Yo quería alzar la voz en nombre de mucha gente que estaba viviendo la misma persecución y que sentían miedo de enfrentarse a un gigante como Meta. Así que una persona debía poner los cimientos para que otros sintieran que también tiene derecho a hacer respetar su dignidad, su nombre, su trabajo, a la defensa.
¿Cómo influyó este proceso en la industria del cine para adultos?
Los que se encargan de revisar los contenidos son bots. Si hay una cantidad de gente que te empieza a reportar al mismo tiempo, un programa dice: “Bueno, si 200 personas reportaron la cuenta, es porque tienen la razón”. Esto, sin revisión de un humano que analice la situación. Sencillamente, porque 200 personas lo reportaron, entonces se supone que uno, automáticamente, sin ninguna revisión lógica está infringiendo las normas.
En esta plataforma hay personas a las que les ofrecen el dinero a cambio de cerrar cuentas. Nosotros estuvimos haciendo una investigación y encontramos que, en mi caso, una de las personas que trabajaba para Meta, en ese momento, porque ya lo despidieron, recibía dineros para abrir, cerrar, reportar cuentas. O sea, esto se ha vuelto un negocio.
También voy a instaurar una nueva demanda en contra de Meta por mi página de Facebook. Hace cuatro meses me cerraron esa página y tampoco infringía las normas de la comunidad. Sí hay servicio, porque sencillamente mi nombre representa pornografía. Pero que yo haga porno, que sea una creadora de contenido adulto, no significa que venda este contenido en Facebook o en Instagram.
Ya la Corte falló a su favor, ¿qué pasará ahora con Meta?
La Corte le dice a Meta que tienen que crear canales directos dentro del país para que las personas acudan a ellos cada vez que alguien se sienta afectado y que no les toque hacer tantos trámites. También piden que las condiciones de la plataforma se traduzcan al español y que sean más claras porque son ambiguas. También quieren que, cuando la persona esté a punto de perder su perfil, pueda defenderse ante Meta. Porque a quienes nos han cerrado cuentas, ni siquiera nos dan una respuesta del porqué.
Uno de los argumentos que utilizaron en contra mía y de la Corte Constitucional fue: “Qué pena, es que ustedes como Corte Constitucional de Colombia no tienen derecho a ejercer la ley sobre nosotros, porque somos una empresa estadounidense y ustedes como colombianos no tienen la potestad”.
A eso, la Corte dijo: “Sí, tenemos la potestad porque ustedes están operando en el país y transmiten un servicio a través de internet, o sea, que utilicen nuestro territorio, no significa que la Corte no tenga el derecho de ejercer la ley. Fuera de eso, ustedes recolectan información de los colombianos y la utilizan para generar dinero vendiendo todos sus datos personales, sin consultarnos si estamos de acuerdo, tampoco consultan si estamos de acuerdo con que y vendan esa información a empresas.
Comentaron que no tenía derecho a reclamar, porque no vivía en Estados Unidos. A eso, la Corte también respondió que eso no implica que se nieguen mis derechos a la defensa. Para todo este proceso, la Corte se apoyó en universidades extranjeras, organizaciones a nivel mundial que se unieron a mi demanda y encontraron que efectivamente hay otros países que están haciendo regulaciones similares a la que la corte acaba de hacer en el país.
¿Qué esperaba de este proceso?
Que me regresaran mi cuenta de Instagram con 5.7 millones de seguidores, que fue la que perdí primero. Después de las cuatro cuentas que me cerraron finalmente logré abrir un nuevo perfil, que actualmente es mi cuenta oficial (@yoesperanzagomez) con 1.6 millones de seguidores. En uno de tantos intentos, la Corte consideró que no era necesario restituir la cuenta anterior.
Lo que buscaba desde el inicio era generar un precedente. Que mucha más gente sienta que no está sola. Ya abrimos un camino para que mucha más gente haga respetar sus derechos fundamentales.
¿Cuánto dinero ha invertido en recuperar sus cuentas?
Fui afortunada porque tengo un equipo de abogados que hacen parte de mi equipo de trabajo. No es que yo haya tenido que pagar un costo extra, ante cualquier problema que tenga, me están respaldando legalmente. De todas formas, hay mucha gente que cree que los procesos legales en Colombia son caros. Contratar a un abogado en Colombia, a menos de que sean los dos más famosos de Colombia, no es tan costoso.
La Corte ordenó que no se restableciera su cuenta, pero sí dio la posibilidad de acudir a la justicia ordinaria. ¿Lo va a hacer?
En este momento mis abogados están trabajando en eso. La idea es reclamar los perjuicios económicos que me han causado casi durante cinco años. Yo era contratada para campañas publicitarias en redes sociales gracias al engagement y la cantidad de seguidores que tenía, y al perder la cuenta, perdí también esas oportunidades. Por eso vamos a pedir una reparación económica y, además, estudiar la posibilidad de exigir que me devuelvan la cuenta. El fallo de la Corte deja abierta la puerta para seguir reclamando ante la justicia civil.
¿Crees que los motivos de su censura van más encaminados hacia el hecho de ser mujeres o por pertenecer a la industria porno?
Principalmente, censuran lo que ellos consideran pornografía, aunque ese concepto es muy ambiguo. Si uno mira, celebridades como las Kardashian o Heidi Klum publican fotos completamente desnudas y no son censuradas. Además, hay un factor de persecución: cuando alguien siente envidia o rabia, reporta una cuenta, y muchas veces ese cúmulo de reportes termina en una sanción automática.
Si las normas fueran realmente iguales para todos, no habría ningún perfil de Instagram mostrando desnudos completos. Pero la realidad es que a quienes estamos vinculadas con la industria porno —así no publiquemos pornografía— nos cierran las cuentas con mucha más facilidad. Pasa también. con el género: un hombre puede posar desnudo tapándose los genitales con la mano y no le pasa nada; si una mujer hace lo mismo, es mucho más probable que le cierren la cuenta.
Desde su experiencia, ¿cómo debería regularse la publicación del contenido sexual en redes sociales?
Si de verdad quieren prohibir desnudos, deberían hacerlo para todos. Se podría usar un algoritmo que detecte automáticamente cuando alguien aparece sin ropa. También hay palabras clave que las plataformas ya reconocen. Lo importante es que, antes de cerrar una cuenta, le den al usuario la posibilidad de defenderse. Que presenten pruebas reales de que se está incumpliendo la norma. En mi caso nunca me dieron derecho a defenderme, y por eso tuve que llegar hasta la Corte Constitucional.
Las plataformas ya tienen mecanismos de control. En mi caso, por ejemplo, nunca me permitieron poner links a Twitter, pero a otras compañeras sí. Eso demuestra que aplican las reglas de manera selectiva. Si saben que un link lleva a contenido pornográfico, deberían bloquearlo para todos, sin excepción. Y más allá de eso, la responsabilidad está en los padres. Todas las plataformas ofrecen controles parentales. Google, por ejemplo, permite restringir el acceso a ciertos contenidos con una clave. Incluso hay apps que duplican el celular del hijo para que los padres vean todo lo que hace. Si los padres no usan esas herramientas, no pueden culparnos a los creadores de contenido adulto.
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