Familiares de pacientes con covid-19 hacen cola para recargar cilindros de oxígeno en Villa María del Triunfo, en las afueras del sur de Lima, el 29 de julio de 2020. Foto: AFP
Decenas de peruanos hacen largas filas afuera de la municipalidad de un distrito populoso de Lima para conseguir gratuitamente una recarga de oxígeno para familiares graves con coronavirus.
“Quisimos ahorrar y le quitamos el oxígeno que estaba usando (para traer el tanque a recargar) y mientras estamos acá su saturación empezó a bajar y se nos estaba yendo”, cuenta sobre su familiar enfermo Yanet Dionisio, de 41 años, mientras espera su turno frente al edificio municipal de Villa María del Triunfo, en el sur de Lima.
Con plantas portátiles productoras de oxígeno medicinal se intenta paliar una escasez que comenzó hace tres meses en Perú, el tercer país de América Latina con más contagios y decesos por covid-19, detrás de Brasil y México.
La pandemia puso al sistema sanitario peruano al borde del colapso, con más de 13 400 pacientes hospitalizados con coronavirus.
Aunque el país inició el desconfinamiento gradual el 1 de julio tras más de 100 días de cuarentena nacional, todavía muchos peruanos deben conseguir el oxígeno que necesita su pariente enfermo en la casa o en un hospital.
Este angustiante panorama llevó a la Asociación de Municipalidades a dotarse de un camión con una planta portátil generadora de oxígeno y repartirlo en los 43 distritos de la capital.
Algunos desesperados familiares deben hacer cola toda la noche para asegurarse una recarga gratuita, soportando el frío y la alta humedad del invierno limeño. El único requisito, además de llevar un tanque vacío, es firmar una declaración jurada y mostrar una foto del enfermo.
Antes de ser rellenado, el tanque vacío es desinfectado por personal municipal.
“Sinceramente el oxígeno está bien escaso, te juro que ayer hemos ido por todo Lima a buscar para un par de pacientes”, dice Marco Antonio Pitor, de 42 años.
“Es difícil ver a las personas llorar y reclamar e implorar por el oxígeno”, agrega Pitor, quien cuenta que acudió a buscar oxígeno para los familiares de unos amigos.
“Recurso estratégico”
Aparte de la escasez, otro problema son los precios. Algunas familias peruanas gastan unos 50 dólares al día en oxígeno para intentar que sus parientes enfermos sobrevivan a la pandemia.
“Conseguir oxígeno es horrible porque te piden demasiado alto los precios y aparte solamente te quieren vender tres metros y mi papá utiliza esos tres en tres o cinco horas, entonces no le alcanza”, se lamenta Jennifer García, de 34 años.
El gobierno peruano declaró el oxígeno “recurso estratégico” a inicios de junio. La entonces jefa del comando nacional covid-19 y actual ministra de Salud, Pilar Mazzetti, afirmó que quienes especulaban con su precio debían ser acusados de “traición a la patria”.
Con 33 millones de habitantes, Perú superó el miércoles los 400.000 casos de coronavirus, de los cuales han muerto más de 18 800.
En la costa, sierra y selva
Paralelamente al reparto de la Asociación de Municipalidades, el gobierno peruano movilizó al Ejército para distribuir gratuitamente oxígeno.
Un camión militar con una máquina generadora de oxígeno reparte en los distritos más pobres de Lima. Detrás del vehículo los familiares forman largas filas con sus tanques para abastecerse.
Además, algunas empresas privadas han hecho donaciones de oxígeno, entre ellas la minera Southern, de capitales mexicanos.
La escasez no solo ha afectado a Lima sino también a otras ciudades de la costa, la sierra y la selva. Entre ellas Trujillo, en la costa norte, y en la andina Arequipa, la segunda ciudad de Perú, en el sur.
La región selvática de Loreto, en la que nace el río Amazonas, fue la primera en padecer la escasez de oxígeno, pero la situación ha mejorado en las últimas semanas en esa remota zona.
Ahora también es insuficiente en Huánuco, en la selva central, y en Puno, en la ribera del lago Titicaca.
“No tenemos recursos humanos, ya son cinco enfermeras que se han enfermado. Como vamos a atender a los pacientes si no tenemos oxígeno”, se quejó a la radio RPP una enfermera que participaba en una protesta afuera del hospital regional de Puno.