A sus 66 años de edad, con su hablar pausado y sus maneras finas, Robert Gates se parece más a la imagen que se tiene de un profesor que a la del jefe del Pentágono. Esa impresión no es del todo errada si se tiene en cuenta que obtuvo un doctorado en historia rusa otorgado por la Universidad de Georgetown en Washington y que antes de su actual cargo venía de ser presidente de la Universidad Texas A&M. Cuando fue nombrado director de la Agencia Central de Inteligencia en 1991, se convirtió en la primera persona en llegar a la cúspide de la “compañía”, después de haber comenzado en el nivel más bajo en 1966. Esas credenciales fueron las que llevaron a George W. Bush a nombrarlo secretario de Defensa en diciembre del 2006. Su gestión fue tan exitosa, que Barack Obama lo confirmó en el cargo, a pesar de ser Republicano. Gates estuvo de gira por la región la semana pasada y visitó Perú, Colombia y Barbados.
¿A qué se debe su visita a Colombia?
A dos razones. La primera, agradecerle al presidente Uribe por todo lo que ha hecho en sus dos períodos. La segunda, es la de dar garantías en el sentido de que lo que se ha construido es una relación que debe continuar.
Pero los recursos para el Plan Colombia van a bajar’
Se estabilizaron y han empezado a disminuir, pero eso era lo planeado, en la medida en que Colombia podía mantener por sí solo algunos de los programas que impulsamos. Por ejemplo, entrenamos a los militares colombianos, pero ahora son estos militares los que están entrenando a pilotos mexicanos y peruanos, a oficiales y soldados panameños y a otros más de la región.
¿Es el de Colombia un caso de éxito?
Considero que la de Colombia es la historia de un éxito enorme. Esas es la razón por la cual muchos países de la región y de otras latitudes quieren aprender de sus experiencias. No solamente en lo que tiene que ver con operaciones militares, sino cívicas, que es de lo que se trata la contrainsurgencia. Lo que estamos aplicando en Afganistán y la presencia de especialistas colombianos en ese país, junto a fuerzas de 44 naciones, es una prueba de ello.
¿Cómo va la guerra contra las drogas?
De alguna manera en Afganistán encontramos los problemas que Colombia ha enfrentado. Esto es que los terroristas y los insurgentes tienen una relación simbiótica con los traficantes de drogas y están trabajando juntos. Hemos empezado a ver más de eso, particularmente con Perú, México y Colombia.
¿Le sorprendió la controversia en el hemisferio sobre el uso de bases colombianas por parte de militares estadounidenses?
Hasta cierto punto sí. Para algunos fue una falta de entendimiento sobre el acuerdo, pero a medida que aclaramos que no se trataba de intervenir en los asuntos de otro país, buena parte de esos temores se disiparon. La firma que tuvo lugar el lunes pasado, del acuerdo de cooperación con Brasil, es de alguna manera una manifestación de lo que se busca con estos pactos, que son una expresión de la relación bilateral con el fin de fortalecer los vínculos entre los militares, sin que eso esté dirigido a nadie más.
¿Cuál es su apreciación sobre la fortaleza de las Farc?
Han sido debilitadas significativamente, pero no han sido destruidas. Pienso que el desafío que enfrenta Colombia o Perú, con Sendero Luminoso, que ha vuelto a aparecer, es que estas organizaciones han sido golpeadas, más no erradicadas. Eso quiere decir que será necesario aplicar presión en forma continua.
¿Cómo ve el tema de abusos a los derechos humanos en Colombia?
Pienso que este país ha avanzado mucho en respeto a los derechos humanos. Nos impresionan favorablemente las decisiones tomadas al interior de las Fuerzas Armadas en ese sentido.
¿Hay una carrera armamentista en América Latina?
No lo creo. De hecho, si hay una carrera armamentista, esta tiene tan solo un corredor. Y la verdad es que no tengo clara cuál es la necesidad de tantas armas y tanto dinero gastado en ellas.
Hugo Chávez ha dicho que se está preparando contra una invasión’
No se quién cree él que lo va a invadir.
¿Los Estados Unidos desde Colombia?
Ni desde Colombia ni desde ninguna otra parte.