El presidente Barack Obama ofreció un discurso en el Teatro Nacional de La Habana, este martes 22 de marzo del 2016. Foto: AFP
El discurso que el presidente estadounidense Barack Obama pronunció este martes 22 de marzo de 2016 en el Gran Teatro Alicia Alonso, en La Habana, genera reacciones de diferentes matices.
El Jefe de la Casa Blanca, entre otras cosas, planteó la celebración de elecciones libres en Cuba, cuyo poder es controlado por el castrismo desde enero de 1959.
Asimismo, lanzó otras ideas que pudieron resultar incómodas en un Estado en el cual rige el partido único y son frecuentes el acoso a los disidentes y los arrestos de estos. “Los ciudadanos deben ser libres de protestar, de criticar a sus gobiernos, no debe detenerse a las personas que hagan eso. Cada persona debe ser libre de profesar su religión. Y creo que los votantes deben elegir a sus políticos en elecciones libres. Estos derechos humanos son universales”, planteó.
El Ecuador tampoco está fuera de las repercusiones de los pronunciamientos de Obama.
Así, el diplomático Eduardo Durán Cousín deja entrever que resulta difícil medir el impacto de las declaraciones de Obama entre los cubanos de a pie. El ex Cónsul ecuatoriano en La Habana cree posible que el efecto de los dichos del Jefe de Estado de EE.UU. sea atenuado por los medios de prensa que, casi en su totalidad, están bajo el control del castrismo. Precisamente, recuerda que gran parte de la población cubana ha recibido versiones editadas y parciales de la mayoría de los eventos en los cuales ha participado el primer Presidente afroamericano de Estados Unidos. Aunque el discurso de este martes 22 fue transmitido por la TV estatal.
En referencia al pedido de Obama a Raúl Castro para que realice elecciones libres en Cuba, Fander Falconí tiene otra interpretación. El ex Ministro ecuatoriano de Relaciones Extreriores asegura “que si bien no hay que igualar esas palabras con el cinismo de Donald Trump, que ya habla de instalar un hotel en La Habana, sí sorprende que el mundo siga sin entenderse, por el uso de connotaciones diferentes. Derechos y libertades son palabras socialistas y, por lo tanto, la revolución cubana se siente garante de su vigencia; por otro lado, los demócratas estadunidenses se consideran pioneros de la libertad”. Y añade: “Al respecto, revisen el sistema electoral de Estados Unidos y estarán volviendo al siglo XVIII, pero con ‘laptop’. ¿O acaso nos hemos olvidado cómo ganó el republicano G. Bush al demócrata Al Gore en las elecciones presidenciales del año 2000?”.
En tanto, José Ayala Lasso, excanciller ecuatoriano, señala que la postura de Obama, que llama a comicios libres en Cuba es “correcta”. El diplomático también sostiene que la decisión del Mandatario estadounidense de desplazarse a Cuba activa de alguna manera la esperanza de cambios en la isla, que no serán inmediatos.
Asimismo, Manuel Salgado Tamayo, dirigente histórico del Partido Socialista Ecuatoriano y excandidato a la Presidencia de la República, sostiene que el periplo de Obama a La Habana es un hecho histórico, que echa abajo una política de bloqueo, chantaje e incluso de ‘guerra’ de EE.UU. hacia Cuba.
Y anota que el pedido de elecciones libres en la isla es un “planteamiento viejo” de Washington, que ha buscado siempre exportar su modelo de democracia a un país que tiene, como China, un sistema de partido único. El político, no obstante, afirma que él y su partido militan por la “democracia alternativa”; en la cual tenga espacio la alternancia en el poder, lo que no ocurre con el castrismo.
En la misma línea, Mauricio Gándara, exembajador en el Reino Unido, señala que la visita de Obama a Cuba debe interpretarse como “un acto de valor político” y que, en ese contexto, su planteamiento de elecciones libres en la isla es “una declaración formal” a favor de la democracia. Y también anota que con palabras así, confirma que su viaje a la capital de la isla caribeña no solo fue para repartir sonrisas.
En forma paralela, Grace Jaramillo hace otra lectura. La especialista ecuatoriana en asuntos internacionales anota que Obama tenía dos metas para su viaje al país caribeño. La primera era garantizar que EE.UU. dejó atrás su idea de un cambio de régimen por la fuerza en Cuba y ratificar que los problemas bilaterales se pueden solucionar por el camino del diálogo. Su segundo mensaje es que, si bien no busca intervenir en Cuba, no ha renunciado a apoyar y esperar la transición democrática en la isla comunista. Por eso, el verdadero logro de esta visita es decir abiertamente lo que piensa y, a la espera de esa transición, reunirse con miembros de la disidencia y forzar a Raúl Castro a contestar las preguntas de la prensa. Hablar y hacer cosas sin restricciones en la isla, incluyendo una referencia a la transición democrática, siempre fue una condición sine qua non de su visita a la isla comunista. De lo contrario, se sometía a un duro cuestionamiento de los republicanos, casa adentro, señala.
En cambio, el excanciller ecuatoriano Francisco Carrión Mena cree que “el destino de Cuba lo definen los cubanos. Los pueblos son los que deciden su futuro”. Al mismo tiempo, saluda la presencia de Obama en la isla porque “refleja la voluntad de normalizar las relaciones con Cuba” y superar así un esquema anacrónico de bloqueo. Expresa, igualmente, que hay el riesgo de que pueda ser politizado el tema de los DD.HH., que el Mandatario estadounidense sacó a colación en su visita. Y pone como ejemplo el caso de China, que es quizá uno de los más grandes violadores de DD.HH. del planeta y que, no obstante, mantiene amplias relaciones políticas, económicas y comerciales con Estados Unidos.