Varias mujeres musulmanas participan en una protesta contra la publicación de caricaturas del profeta Mahoma delante de la Embajada de Francia en Yakarta (Indonesia). Foto:Bagus Indahono / EFE
Países asiáticos como Malasia o Indonesia temen que la defensa en Occidente del derecho de Charlie Hebdo a publicar caricaturas de Mahoma acentúe el riesgo de radicalización en sus territorios, fomentado ya por el grupo Estado Islámico (EI).
La publicación en el semanario satírico francés Charlie Hebdo de una caricatura del profeta Mahoma (cuya representación está prohibida por el islam) provocó pocas reacciones públicas en estos dos países, lo que demuestra sus diferencias culturales y filosóficas con otros Estados musulmanes.
Los malasios y los indonesios moderados están sin embargo resentidos con la caricatura publicada el 14 de enero en Charlie Hebdo y con la campaña “Je suis Charlie“, aunque condenan el atentado que diezmó a la redacción de la revista en París.
“Nadie puede justificar estos asesinatos, nuestra religión no lo permite”, declaró Zamfris Anuar, un profesor musulmán en Kuala Lumpur.
Pero la reacción en Occidente hace que los musulmanes se pregunten “¿quiénes son nuestros amigos?”, añade.
Malasia e Indonesia -el país musulmán más poblado del mundo- se encuentran en estado de alerta ante la influencia del grupo EI y su capacidad para atraer a cientos de ciudadanos.
Muchos musulmanes del sudeste asiático consideran que Occidente sigue un programa de lucha contra el islam, explica Noorhaidi Hasan, de la universidad indonesia Sunan Kalijajga.
“El incidente Charlie Hebdo -dice- refuerza de alguna manera su creencia en una teoría de la conspiración”.
“Si fuera acompañado por un deterioro de la situación económica, esto podría provocar un aumento del radicalismo”, añade.
Desfile de París “nauseabundo”
Malasia e Indonesia, dos países económicamente estables a los que Occidente suele citar como un ejemplo a seguir por el mundo musulmán, tienen una tradición de islam moderado que se remonta a hace siglos y es poco probable que esto cambie, informan los expertos.
Indonesia, sin embargo, todavía guarda en mente los atentados cometidos por extremistas islámicos, sobre todo los de Bali en 2002 (202 muertos, en su mayoría turistas extranjeros) .
Las medidas antiterroristas adoptadas en los dos países debilitaron considerablemente a las redes fundamentalistas islámicas, pero el EI reclutó a cientos de malasios y de indonesios.
El año pasado, Brunéi, un sultanato petrolero enclavado en el norte de Malasia, se convirtió en el primer país del sudeste asiático en adoptar la sharía, que prevé la muerte por lapidación como castigo para una serie de delitos, como el adulterio y la homosexualidad.
Esta iniciativa provocó en Malasia llamamientos de un partido islámico conservador a instaurar un sistema similar en un estado del país bajo su control.
Los partidarios de mano dura en esta región apoyaron probablemente el atentado contra Charlie Hebdo en París, estimando que el diario había ido demasiado lejos, observó el experto Joseph Liow.
La situación es muy delicada para los dirigentes de los dos países. El presidente indonesio Joko Widodo, apodado Jokowi, condenó la matanza en Charlie Hebdo, pero añadió que nadie debe “insultar” las religiones o “burlarse de ellas”. El primer ministro malasio, Najib Razak, hizo lo propio.
En Malasia, un país multiétnico con población mayoritariamente musulmana, algunos arremetieron contra Occidente. El joven y popular ministro de Juventud, Khairy Jamaludin, calificó de “nauseabunda” la manifestación republicana de París que congregó a más de un millón de personas días después del atentado contra Charlie Hebdo.
“Los musulmanes ya no hablan más del ataque, pero sí de la hostilidad de Occidente, lo que puede aumentar las ideas radicales”, afirma Mohamad Asri Zainal Abidin, antiguo muftí de un estado del norte de Malasia.