En tiempos de crisis, Cuba busca reducir el empleo público y dar mayor libertad a los particulares.
Por primera vez en años, en la isla se podrán abrir pequeños negocios privados y contratar en ellos a mano de obra, y además se autorizará la comercialización de algunas producciones.
“El Consejo de Ministros acordó ampliar el ejercicio del trabajo por cuenta propia y su utilización como una alternativa más de empleo de los trabajadores excedentes; eliminando varias prohibiciones para el otorgamiento de nuevas licencias y la comercialización de algunas producciones, flexibilizando la contratación de fuerza de trabajo”, dijo el presidente Raúl Castro ante el Parlamento en La Habana.
Se trata de las medidas económicas más profundas anunciadas por Castro desde su llegada al poder hace cuatro años, lo cual ha generado en Cuba voces optimistas. “Tenía que haber pasado hace ya mucho tiempo”, afirma Lidia, secretaria en el distrito de El Vedado. “Yo siempre he dicho que podría fabricar adornos para las casas y venderlos, pues en nuestro barrio no hay ningún lugar donde los vendan”, agrega, señalando que hasta ahora las leyes no le permitían abrir un negocio así.
“Cuando era pequeña, en nuestra calle había una tienda pequeña de una familia que vendía de todo, desde una tijera hasta una bombilla o un botón. Funcionaba muy bien y todos íbamos a comprar, pero esos negocios tuvieron que cerrar”, recuerda su madre, ya jubilada.
Humberto Trueba, cocinero de 43 años, quedó desempleado y ahora piensa poner un puesto de comida: “Es lo mejor que ha hecho Raúl. No tuvo sentido quitar las licencias. Tener su propio negocio y pagar al Fisco ¿por qué no? Si los chinos lo hacen”, cuestiona.
“Mi marido estaba loco por una licencia para hacer fritas (frituras). Es mejor abrir la vía, porque lo que no permiten la gente lo busca, lo inventa, lo roba”, dice Noris Rodríguez, una ama de casa de 59 años.
Luis Ramírez, bodeguero de 35 años, no es muy entusiasta con el anuncio de Castro: “Es parecido a un permiso de construcción, te dejan construir pero no hay materiales o están muy caros”.
“Abre una puerta, abre una perspectiva, se rompe un tabú muy fuerte en Cuba y se crea una serie de posibilidades, aunque hay que ver cómo se va a implementar”, afirmó el economista disidente Óscar Espinosa.
Historia de las licencias
Asfixiada por la crisis económica tras la caída del bloque socialista, Cuba concedió licencias para negocios particulares como pequeños restaurantes o alojamientos para turistas; se abrió a la inversión extranjera y autorizó trabajos por cuenta propia en los años noventa. Entonces alcanzaron los 210 000; pero a inicios de esta década cerraron muchos y se congelaron los permisos, y hoy hay unos 140 000 trabajadores independientes.
Muchos negocios fueron cerrados por compra ilegal de insumos, actividades no autorizadas, evasión de impuestos; mientras otros sobrevivieron en ocasiones con sobornos a los inspectores.
En los últimos meses se realizaron en la isla nuevos experimentos de trabajo por cuenta propia, como el arrendamiento de taxis a sus conductores y la entrega de la gestión de las peluquerías pequeñas a sus empleados. Los trabajadores dejaron de cobrar un salario mensual, pero reciben su sustento de los pagos de sus clientes y pueden fijar horarios y precios. Además deben pagar impuestos y contribuir a la seguridad social.
Según el ministro de Economía, Marino Murillo, “no se puede hablar de reformas. Es una actualización del modelo económico cubano, donde van a primar las categorías económicas del socialismo y no el mercado”. Se conservará la propiedad estatal y la planificación centralizada, aclaró.
Cuba atraviesa una compleja situación económica, tras la crisis mundial, los destrozos provocados por los tres huracanes del 2008 y los efectos del embargo estadounidense, pero también debido a la baja productividad de buena parte de sus empresas estatales. Economistas coinciden en que el principal problema es la baja productividad, la incapacidad de crear bienes de exportación suficientes para pagar las costosas importaciones.
En el caso de los alimentos, Cuba importa el 80% de lo que consume y gasta al año más de USD 1 500 millones. Cosechas emblemáticas como el azúcar o café han caído a mínimos históricos.
La economía es estatal
En Cuba, el 95% de la economía está en manos del Estado, un patrono que por décadas ha mostrado orgulloso su “pleno empleo”, pero ahora se queja de plantillas “abultadas”. Los bajos sueldos que paga, con una media de 427 pesos (USD 16) mensuales y sin grandes diferencias entre sectores de actividad, son una fuente de desmotivación permanente. “Nosotros hacemos como que trabajamos y el Gobierno hace como que nos paga”, se escucha con frecuencia en boca de los cubanos.
Los economistas advierten de la necesidad de elevar el poder adquisitivo de la población, pues con salarios bajos muchos prefieren “resolver” con el mercado negro, en la economía paralela o ilegal.
Raúl Castro no dijo a cuántos trabajadores estatales va a despedir, aunque indicó que la reducción se acometerá “por etapas”. La primera concluirá en el primer trimestre del 2011 y englobará a empleados “disponibles e interruptos” de la organización central del Estado.
En abril, habló de más de un millón de plazas excedentes, de los cinco millones de personas que conforman la fuerza laboral del país. Pero aclaró que nadie quedará “abandonado a su suerte”.
Castro también eliminará la política de subsidio salarial para los trabajadores del Gobierno que quedaban cesantes. “Hay que borrar para siempre la noción de que Cuba es el único país del mundo en que se puede vivir sin trabajar”, afirmó.