La situación es apremiante, sin embargo, Alexander Espín de 19 años y Mauricio Gómez, de 22, lograron salir de Ucrania por sus propios medios y ahora se encuentran a salvo en Polonia. Miedo, frío, hambre son algunas de las adversidades que vivieron estos dos ecuatorianos en su travesía para llegar a la capital polaca, Varsovia.
La magnitud de la ofensiva militar de Rusia contra Ucrania los tomó por sorpresa, al igual que a otros ciudadanos ecuatorianos que residían en este país europeo. Ellos relatan cómo fue su experiencia.
El sonido de las primeras bombas
“Cuando escuché el sonido de las primeras bombas decidí salir de Jarkov, ciudad a la que llegué hace siete meses para estudiar Ingeniería en Negocios Internacionales.
El jueves 24 de febrero alrededor de las 05:00 escuché el sonido de las primeras bombas. Hasta ese momento no había recibido ninguna comunicación por parte de la embajada ecuatoriana.
En la ciudad se impuso la Ley Marcial y el toque de queda. Nos enteramos que un tren de evacuación salía a las 03:00, pero a esa hora nadie podía estar en la calle por el toque de queda. El agua empezó a escasear y tampoco teníamos muchas provisiones de alimento.
Con un grupo de siete compañeros decidimos dormir en la estación del metro para tomar el tren. Toda la noche se escucharon disparos, pero era nuestra única oportunidad de salir.
Cuando llegó el tren ya era el viernes a las 03:00, pero no nos dejaron abordar, a pesar de que ofrecimos USD 100 cada uno. Fuimos de vagón en vagón rogando que nos dejen subir y al final una señora nos dejó abordar, con la condición de ir parados. No nos importó.
El viaje duró un día y medio hasta llegar a Lviv cerca de las 14:00 del sábado. Allí no sabíamos que hacer. Esperábamos saber algo de las autoridades, que nos digan a dónde ir, pero nada. Al momento de seguir avanzando cogimos mal la ruta y nos separamos del grupo.
Cruzar la frontera a Polonia fue complicado
Me quedé con Mauricio. Él llegó hace tres años y medio a Ucrania y residía en Kiev, donde estudiaba Arquitectura. Decidió salir de esa ciudad, cuando vio que un misil destruyó un complejo de departamentos cerca de donde vivía.
Una vez en la frontera, no nos dejaron pasar. Hay gente que lleva días y no pueden salir de allí. Había kilómetros de autos que intentaban cruzar esa frontera. Decidimos volver a Lviv en autos que nos recogían o caminando a menos 10 o 15 grados en la nieve.
El objetivo era dormir en la estación a esperar un tren que nos lleve a Polonia. El lunes en la mañana llegó un tren en el que embarcaron primero mujeres y niños. En la estación había miles de personas intentando salir de Ucrania. Finalmente pudimos abordar uno de esos trenes el lunes en la mañana.
En la frontera esperamos entre ocho y 10 horas en el proceso de registro de salida y entrada entre ambos países. Del otro lado de la frontera, otro tren nos dejó en una ciudad desconocida ya en Polonia y logramos subirnos a uno de los buses que salían rumbo a Varsovia.
En Varsovia, agotados, pero a salvo
No tenemos dinero, ni comida. El último dinero nos gastamos en una habitación para poder bañarnos. Queremos regresar a Ecuador, pero dependemos del vuelo humanitario que ofrece la Cancillería. Fueron nuestros familiares quienes nos avisaron sobre estos vuelos.
Aquí en Varsovia ya estamos en contacto con funcionarios de la Embajada ecuatoriana, pero en los días críticos hubiera sido bueno que nos digan qué hacer, para no perdernos.
Venimos a Ucrania a estudiar y a buscar una mejor vida, porque en Ecuador está complicado. Volver a Ecuador en esta situación nos deja con mucha incertidumbre.
El futuro es muy incierto para los que salimos de Ucrania. Pero fue muy tenebroso las noches que pasamos en las estaciones escuchando a lo lejos cómo estallaban las bombas. Ahora solo queremos volver con nuestras familias.
Tenemos estragos por las bajas temperaturas, pero lo importante es que estamos a salvo. Hoy (martes 1 de marzo) vamos a salir para ver la forma de registrarnos en el vuelo humanitario que nos lleve de regreso a Ecuador.