Unas 15 personas llegan a la Senami (Secretaría Nacional del Migrante) de Londres, Reino Unido, cada semana. Vienen de España. En su gran mayoría son hombres (el 65%), carecen de empleo y afrontan problemas para pagar su hipoteca. Tienen poco o nulo conocimiento del idioma inglés y llegan a Inglaterra con la idea de conseguir trabajo y poder llevar a su familia que reside en España.
La mayoría ha trabajado en la construcción, conducción de camiones, restaurantes, cuidado de niños y adultos mayores. Debido a los altos costos de vida en Londres, estos nuevos inmigrantes ecuatorianos viven en condiciones limitadas. Este es el perfil que ha elaborado la Senami sobre los nuevos usuarios de su oficina en Londres.
Volver a Ecuador ya no es la única opción que barajan los compatriotas cuando deciden alejarse de la crisis española. Reino Unido, Francia, Alemania y Estados Unidos empiezan a formar parte de un segundo ciclo migratorio que nunca imaginaron volver a vivir.
Zoila Rodríguez, de Portoviejo, perdió su trabajo de empleada de hogar puertas adentro hace dos meses. Acudía todos los días a buscar empleo en empresas de limpieza, pero no había nada.
“Empecé a desesperarme porque tengo una deuda en Ecuador por 700 dólares mensuales”, cuenta. Carece de ahorros, una amiga suya le acogió en su casa y comenzaba a vivir con lo justo. Finalmente, una de las empresas le llamó a ofrecerle un trabajo como empleada de hogar.
El destino era un poco lejano: Londres. Lo aceptó sin dudarlo. “Lo tomo como un reto, porque aprenderé otro idioma, viviré en otro país”, cuenta entusiasmada. Nunca había vivido una situación similar desde que llegó a España hace 12 años. Siempre tuvo trabajo y si lo perdía, al día siguiente había uno nuevo, por lo que estos dos meses sin empleo han sido eternos para ella. “Tenía que aceptar cualquier cosa y donde fuera. Tengo que pagar mis deudas y enviar dinero a mi hijo y padres en Ecuador”, relata.
Al menos agradece no haberse comprado un departamento en España. Su hermano, que también residía en Madrid, le dijo que no lo hiciera. “Él es muy analítico. Antes de que empezara la crisis acudió a un banco a averiguar sobre las hipotecas y le sorprendió la facilidad con que le ofrecieron un préstamo y la cantidad de pisos disponibles. Me dijo: ni loca te hipotecas, esto va a estallar en cualquier momento”. La predicción de su hermano se hizo realidad, él pudo regresar a Ecuador antes de que se produjera ese estallido que vaticinó.
“Ya no hay nada”
Su amiga Rosa también dejó España, lleva dos meses en Francia en la vendimia y piensa quedarse allí. “No quiere volver, porque en España no hay nada”, señala.
La quiteña Nancy Gordón, que lleva 13 años en España, se prepara para viajar a Londres. Tiene familia allí e irá “a ver cómo está la situación”. Dos de sus primas acaban de desplazarse hace dos semanas a la capital inglesa, una encontró empleo de camarera y gana mil 200 libras al mes. Su esposo también está trabajando y le cuentan a Nancy que allí —a diferencia de España— sí hay oportunidades.
La compatriota tiene trabajo en la península. Gana 900 euros al mes en un horario que va de las 08:00 a las 21:00. Atiende, cuida y limpia ancianos. “No me importa trabajar de lo que sea en Inglaterra, con tal de ganar un sueldo que corresponda al trabajo y las horas que realizo”, apunta.
No hay datos oficiales de los compatriotas que parten a otros destinos, fuera de Ecuador. “Muchos se van directamente sin pasar por la Senami porque tienen familia o amigos en esos países”, señala Mario Cuzco, representante de la Senami en España.
Lo que sí se conoce es que la mayoría opta por esa decisión después de obtener la nacionalidad española, en cuyo caso no se necesita visa ni autorización para laborar en Reino Unido, Francia o Alemania, al ser ciudadanos de un país miembro de la Unión Europea. Eddie Hoyo perdió su empleo hace apenas un mes, pero ya ha decidido viajar a Londres.“La situación aquí ya me la conozco, puedo estar tres años buscando trabajo. Prefiero irme”, aclara.
No sería el primero de su grupo de amigos. Una pareja de ecuatorianos acaba de mudarse a Francia con sus dos hijos hace tres meses. “Al principio él iba un mes a la vendimia y volvía. Ahora ya se llevó a toda la familia, piensan radicarse allí. Sé que todos están en el campo”, cuenta. Estados Unidos es otro de los destinos preferidos por los ecuatorianos para emigrar desde España. Fabián M., de 28 años, lleva sin un trabajo estable tres años.
Llegó hace cinco con la promesa de un tío suyo de que en España se ganaba mucho dinero y había trabajo de sobra.
La prestación de desempleo se le acabó hace tiempo y consigue “chapuzas” (pequeñas labores) en electricidad cada cuatro meses o más. “La última no me pagaron, me deben 900 euros”, lamenta. Una amiga suya le ofrece una mano en Nueva York. Su padre le ayudará con un puesto como colocador de puertas.“Apenas me salga la visa me voy”, dice el compatriota.
Duval Lara García, de 19 años, asiste a un curso de inglés en la Senami de Madrid. Se prepara para emigrar a Estados Unidos “y defenderme en el idioma”, señala. Tiene una tía allí, quien le dice que ese es el país de las oportunidades. Tomó la decisión después de recorrer Madrid entregando currículum, sin suerte.
El fenómeno de la emigración en España era cosa del pasado. Después de la gran ola de emigración a Europa, a principios de los sesenta, la salida de españoles por causas económicas había casi desaparecido. Sin embargo, este primer semestre se han marchado del país 40 mil 625 españoles, un 44.2% más que en el mismo período de 2011.
Mientras que ese año cerca de 62 mil españoles salieron del país, un 70% más que en el 2010. Se marchan sobre todo jóvenes cualificados que no encuentran trabajo ni futuro en España.