Al enterarse que en la localidad de Cuyuja (Napo-Amazonía), unas familias de campesinos tenían árboles de maracuyá negro en sus huertos para consumo particular, los integrantes de la Red de Guardianes de Semillas (RGS) exclamaron: “¡Al fin la encontramos!”.Esta especie de árbol frutal, originario de la Serranía y las regiones subtropicales de América del Sur, está en peligro de extinción. Hace 50 años, esta variedad aparecía en los jardines de las casas o a la intemperie, pero ahora es casi imposible encontrarla.
Por eso, la RGS reprodujo sus semillas una vez que lo encontraron. El objetivo es rescatar las especies que podrían desaparecer. El maracuyá negro consta en la lista de plantas que se extinguirían si no se fomenta su cultivo.
La Red se extiende desde el sur de Colombia hasta la provincia de Loja. Cerca de 70 personas trabajan como difusores del rescate de plantas y 500 hacen el intercambio y la búsqueda de semillas.
Además, cuentan con la colaboración de voluntarios ecuatorianos y extranjeros que viven en los centros de rescate de semillas. Estos se encuentran en la Costa, Sierra y Amazonía.
Javier Carrera, uno de los coordinadores de la campaña de reproducción y rescate, dice que hasta el momento existen cerca de 2 000 variedades de plantas en proceso de recuperación.
Los sitios de preferencia para buscarlas son los campos, casas y huertos familiares. Varias veces, los viejitos de los pueblos han sido trascendentales al momento de rescatar las especies vegetales en peligro de extinción.
Eso sucedió en Tabacundo. El guardián de semillas Fernando Niza de esa localidad encontró una planta de mizo: raíz andina que se creía desaparecida. La descubrió al lado de una acequia ubicada cerca de la casa de una persona de la tercera edad.
En ese momento la reprodujeron y distribuyeron entre 300 productores de todo el Ecuador.
El sobre de semillas tiene un costo de USD 0,50. La cantidad varía dependiendo de la especie. Por ejemplo, una envoltura de lechugas contiene 600, mientras que una de tomate tiene 10.