Ucrania corre el riesgo de ser cada vez más pequeña: en las regiones orientales rusófonas el movimiento separatista filorruso ha ocupado varios edificios públicos.
En Donetsk los rebeldes proclamaron incluso una “república soberana”, convocaron a un referendo sobre la anexión a Moscú el 11 de mayo y pidieron la intervención militar rusa.
La situación es candente y evoca el espectro de una nueva secesión similar a la de Crimea, además porque no lejos de la frontera con Ucrania habría 40 000 soldados rusos listos a intervenir. El premier ucraniano, Arseni Iatseniuk, lo ha dicho sin medias tintas: detrás de esto está el presidente ruso Vladimir Putin, ejecutando “un plan para desmembrar a Ucrania”. También piensa lo mismo el presidente ucraniano Oleksandr Turcinov, quien agrega que “los separatistas se coordinan” para “repetir el escenario crimeo”.
Por su parte, Moscú se declara ajena y les pide a las nuevas autoridades ucranianas, que no reconoce, que no la acusen “de todos los problemas actuales de Ucrania”. Empero, Moscú al mismo tiempo sigue avivando el fuego. La Cancillería rusa dice que sin una reforma que transforme a Ucrania en un estado federal, será difícil apuntar a la estabilidad del país a largo plazo.
Rusia sostiene que el federalismo “garantizaría los intereses de todas las regiones” y también de la importante minoría rusa que vive en Ucrania.
Las autoridades de Ucrania, si bien han prometido mayor autonomía a las regiones, no quieren saber de federalismo, porque una reforma como la fogoneada por Moscú le permitiría a Rusia tener más influencia sobre el sureste rusófono.
Mientras en Jarkovla bandera tricolor rusa flameó sobre el edificio de la administración regional en lugar de la ucraniana durante 24 horas, hasta que el edificio fue evacuado, en las ciudades más importantes de la cuenca minera e industrial de Donbas -Donetsk y Lugansk– los filorrusos tiene la sartén por el mango.
En Donetsk los rebeldes ocuparon la sede de los servicios secretos, mientras el domingo se apoderaron del palacio del gobierno y del consejo regional, que, al momento, defendido con barricadas de neumáticos y alambre de púas, funciona el “consejo popular de la república”.
Los filorrusos están armados y ayer un grupo de ellos intentó adueñarse de la sede de la televisión estatal llegando en autos y disparando al aire. Los rebeldes también se armaron en Lugansk, donde ocuparon la sede de los servicios secretos y tomaron armamento.
En tanto, no se aplacan los temores de Ucrania y Occidente de una intervención militar rusa en apoyo de los separatistas.
Luego del nuevo impulso de la revuelta filorrusa Estados Unidos volvió a pedirle a Putin que cese con los esfuerzos para desestabilizar el país, precisando que nuevas violaciones de Moscú en Ucrania llevarán a nuevas sanciones. La UE también amenazó con otras sanciones contra Rusia, que afectarían sectores económicos enteros y podrían llevar graves consecuencias a la economía rusa, cuya bolsa perdió ayer 2,36% y a la economía mundial.