A las 04:00 de hoy, jueves 23 de julio del 2020, decenas de personas comenzaron a hacer fila para tomar un turno. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO
Entre las parroquias urbanas de Quitumbe y Chimbacalle, en el sur de Quito, suman 889 casos de covid-19 hasta el 22 de julio del 2020. Según el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) provincial, en la primera se reportaron 399 y 490 en la segunda, convirtiéndolas en zonas sensibles a la pandemia.
Frente a esa realidad, la Secretaría de Salud del Municipio instaló una carpa de triaje para personas sintomáticas de coronavirus en la Unidad Educativa Quitumbe, ubicada en la intersección de las avenidas Rafael Morán Valverde y Rumichaca Ñan. En su primer día de funcionamiento, 109 personas acudieron allí para ser atendidas. De ellas, un 70% tenía síntomas de esa enfermedad, indicó el doctor Carlos Beltrán, quien llegó desde Guayaquil para apoyar a las brigadas médicas.
A las 04:00 de hoy, jueves 23 de julio del 2020, decenas de personas comenzaron a hacer fila para tomar un turno. La mayoría vestía sacos de lana y pantalones de tela gruesa para soportar el frío de la madrugada. Algunas mujeres llegaron con sus niños pequeños, también adultos mayores acompañados de sus hijos.
En la puerta los ordenaba un agente metropolitano. Les pedía que utilicen la mascarilla y que respeten los distanciamientos. Dos mujeres arribaron desde la ciudadela Martha Bucaram de Roldós. “No tenemos síntomas, pero venimos porque la prueba es gratuita, rápida y queremos saber si nos encontramos bien. Nadie de nuestra familia se ha enfermado”, contó una de ellas.
Un hombre tampoco tenía síntomas, pero necesitaba hacerse exámenes para presentar los resultados en su trabajo. “Laboro en la construcción y necesito ese papel para reincorporarme; me siento muy bien físicamente”.
Para Beltrán, es una imprudencia que las personas sanas acudan a las carpas para hacerse los exámenes y obtener certificados para trámites; también para probar que se encuentran bien de salud. “Deben entender que si no tienen síntomas, no vengan a exponerse. Corren peligro de contagiarse”, advirtió.
Sin embargo, hubo gente que sí tenía problemas y les costaba respirar. Algunos tosían de forma incesante. Un hombre de 49 años presentaba dolores en el cuerpo, la garganta y la cabeza. Madrugó a las 04:00 para conseguir turno, pero recién a las 09:00 le atendieron.
Lo mismo ocurrió con un guardia de seguridad que llegó desde Chillogallo, el sector con mayor número de contagios en la capital. Desde ayer comenzó a perder el olfato, por lo que decidió hacerse exámenes lo más pronto posible. “En mi familia todos están bien”.
Hasta las 09:30, más de 100 personas hicieron fila a lo largo de la avenida Rumichaca Ñan. Luego pasaban a las carpas de atención. Otros eran llevados al coliseo de la unidad educativa y se sentaron en los graderíos a la espera de que los llamen. Allí se encontraba Nathalia Álvaro, coordinadora de Salud de la Secretaría de Salud. Aseguró que desde ayer se abrieron progresivamente las 10 carpas de atención en el Distrito Metropolitano. Como parte de la atención -acotó- a los pacientes se les entrega diariamente Paracetamol para combatir la fiebre y antibióticos.
A 20 minutos de ese lugar se encuentra el centro de salud de Chimbacalle, ubicado en la avenida Napo. Desde antes de las 07:00 de hoy, más de 10 personas con síntomas de covid-19 hacían fila para acceder a la carpa de atención. Algunos incluso llevaron a sus hijos para que los revisen.
“Mi niña, de dos años y yo presentamos tos, fiebre y malestar en general”, contó una paciente extranjera. Sospecha que su esposo se enfermó primero ya que todos los días salía a trabajar como ayudante en un camión. En el edificio en donde ella alquila un departamento, en el sector de El Camal, hay un vecino que se contagió de coronavirus.
Sus parientes también presentan inconvenientes. Ella todavía tiene alimentos en su despensa pero están a punto de terminarse. Mientras salió con su bebé al centro asistencial, su marido cumplía el confinamiento encerrado en casa.
Como ella había más personas que comentaban en voz alta lo que les sucedía. Uno sentía fiebre. “Vengo desde La Magdalena para descartar esta terrible enfermedad”. Contó que trabaja en una lavadora de autos y que posiblemente se contagió mientras laboraba.
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