Redacción Manta
Un manto verde cubre al río Portoviejo. Es la capa de lechuguines, de casi 6 kilómetros, que ha proliferado en el afluente y que está alterando la calidad del agua.
Esta situación preocupa a los habitantes de Mejía (Portoviejo), un poblado ubicado en las riberas del afluente. Manuel Vélez, un agricultor, cuenta que desde hace un mes el agua es distinta: sucia y con mal olor.
El vecino dice que todo empezó cuando los lechuguines llegaron desde Poza Honda (represa hidráulica ubicada en la zona).
“Cada vez que la planta es sacada desde la represa sufrimos. Los lechuguines se quedan en el río y nosotros no tenemos los instrumentos para combatirlos”, explica Juan Zambrano, vecino.
Los niños que antes se bañaban en las márgenes del río ahora se han alejado. Tienen miedo. “Se han visto culebras sobre los lechuguines”, comenta Rosa Alcívar. Ella tiene una casa a 300 metros del cauce.
La mancha verde serpentea, al menos, tres kilómetros río arriba e igual distancia hacia abajo. El presidente de la Corporación Reguladora del Manejo Hídrico de Manabí, Javier Valencia, indica que el problema se genera en la compuerta de la represa, ubicada en Mejía. Allí existe una barrera que frena al río, eso crea un ambiente ideal para la proliferación de los lechuguines.
Valencia ordenó que este fin de semana la compuerta de Mejía sea abierta y así la planta sea arrastrada río abajo. Sin embargo, los vecinos temen que a su paso esta afecte a las zonas agrícolas de Rocafuerte y Sucre.