Redacción Sierra Centro
Caminan presurosos por las sinuosas calles de Ambato. Llevan en sus manos canastos y costales de yute llenos de productos que cosechan en sus chacras.
En fundas plásticas o en pequeñas carteras guardan el dinero, las recetas, los comprobantes del agua, teléfono, del préstamo…
Cada lunes miles de campesinos e indígenas, ataviados con ponchos, sombreros y chalinas, viajan en camionetas y buses desde Quero, Mocha y de los otros siete cantones de Tungurahua. Llegan a la feria que se realiza en los 10 mercados que funcionan en el centro de Ambato.
Cuatro consejos
En Ambato, los sitios más peligrosos para transitar son las calles Espejo, 12 de Noviembre, Juan Benigno Vela y Olmedo, en el centro de la ciudad. En estos lugares a diario ocurren asaltos y robos.
Para transitar por estos lugares se recomienda no llevar aretes de oro ni cadenas ni relojes. Cerca de los mercados hay retenes policiales. Allí puede denunciar sobre la presencia de sospechosos.
En la segunda planta del Mercado Modelo, en las calles Espejo, entre Juan Benigno Vela y Tomás Sevilla, hay un patio de comidas. Los precios son cómodos. Un almuerzo cuesta USD 1,25.
En el parque 12 de Noviembre funciona una dependencia de la Unidad de Policía Comunitaria. En caso de una emergencia también se puede llamar al 101 de la Policía. El lunes hay más policías en las calles.
A más de vender los productos, la gente aprovecha para realizar trámites. El trajín empieza a las 06:00. A esa hora las calles 12 de Noviembre, Juan Benigno Vela, Olmedo y Tomás Sevilla están llenas de vendedores.
José Manuel Quishpe llegó a las 08:00. Vive en la comunidad Pungoloma, de la parroquia Pasa, a una hora y media de la ciudad.
Alquiló una camioneta para transportar nueve quintales de papas al Mercado Mayorista. El flete costó USD 20.
Vendió cada quintal en USD 25. “El precio está bueno, en otras semanas estaba en USD 5 el saco”. Obtuvo USD 225, de los cuales, USD 50 los destinó para comprar 10 libras de arroz, cinco de azúcar, fideo, aceite, pan y gaseosas en una tienda de la plaza José María Urbina, en el centro.
“En la ciudad hay más variedad. En la casa tenemos leche, legumbres y hortalizas para comer”.
Quishpe aprovechó el viaje para ir con su esposa, María, hasta el Hospital de Ambato. “Hace un mes le operaron de las várices. Gracias a Dios está bien”.
A la casa de salud también llegan padres con sus bebés, para que reciban las vacunas. “Luego de vender, corro al hospital. En Pucaucho no hay centro de salud”, contó Yolanda Cayambe. Ella oferta gallinas.
Los lunes, los bancos, las cooperativas, centros de abasto, los centros de salud y las oficinas de los ministerios están llenos.
Según un estudio realizado por el Movimiento Indígena de Tungurahua (MIT), más de 60 000 personas vienen a la ciudad.
“El lunes es el día de concentración de las comuneros. Incluso, los dirigentes visitan las oficinas para conocer las resoluciones del Movimiento”, afirmó Manuel Ainaguano, presidente del MIT.
Cerca del Hospital de Ambato está el Centro de Mercadeo de Ganado. Allí, Rosa Jordán, de la parroquia Juan Benigno Vela, vendió dos terneros en USD 600. Guardó el dinero en una funda de plástico y fue a la cooperativa Mushuc Runa, una de las más grandes de Ambato.
Por la afluencia, los lunes se abren cuatro ventanillas más. Luis Alfonso Chango, gerente de la entidad, afirmó que se atiende a 10 000 personas.
4 000 visitan el área de crédito y 6 000 depositan su dinero o pagan sus créditos.
Las transacciones financieras en ese día sobrepasan los USD 300 000. “El lunes es el día más agitado en la ciudad”.
Manuel Silva es de la comunidad de Pucaucho, también ubicada en Pasa. Siembra avena. El lunes recibió USD 70 por la venta de dos quintales, en el mercado José María Urbina.
También fue al Municipio. El agricultor cruzó las calles corriendo y mirando los semáforos. “En la ciudad, los carros pasan rapidísimo”.
En el trayecto se encontró con su paisano Ausebio Yanchaliquín. “¡Mashi¡ (compañero), para dónde va”, gritó este agricultor que siembra maíz y cebada.
A él le gusta recorrer la avenida Cevallos y mirar las vitrinas de los grandes almacenes. A veces trae a sus tres hijos que ayudan a vender la cosecha en el mercado.
“En la ciudad hay todo. Para quienes vivimos en el campo, lo que encontramos acá es una novedad. Viajo todos los lunes”.
Yanchaliquín regresó al mediodía a su pueblo. Su paisano Manuel Silva viajó más tarde.
El próximo lunes ambos volverán a la ciudad, al igual que miles de campesinos de la provincia.