Redacción Cultura
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La humedad se percibe al cruzar el umbral de la primera sala del museo de San Diego. Cuadros de Jesucristo crucificado, san Martín de Porres, el padre Almeida, de autores anónimos, están en este recinto, de 412 años.
Otros datos
El convento fue declarado museo el 8 de septiembre 1980, en el gobierno de Jaime Roldós.
En la Sacristía, donde las vigas son originales de árboles de capulí, se encuentra el Cristo de la leyenda del padre Almeida .
El museo está abierto al público de lunes a domingos y feriados, de 09:30 a 13:00 y de 14:30 a 17:30. El costo es de USD 2, 1, 0,80 y 0,50.
El venezolano Reinaldo Díaz, del Museo Bolivariano de Caracas, intenta tomar una fotografía. No se enfoca en el lienzo del siglo XVIII que muestra a Jesucristo en la cruz, sino en la parte posterior. “Debe haber un espacio entre el cuadro y la pared para que el aire circule y la pintura no absorba la humedad”. En la mayoría de los cuadros, por los marcos de madera, no se aprecia si las pinturas están en contacto con las paredes.
Díaz junto con 21 expertos de 12 países de América Latina, el Caribe y España, especialistas en patrimonio, llegaron por primera vez a este convento, el jueves último. Esto, como parte del encuentro de conservación preventiva, que se desarrolla en Quito hasta el viernes 27 de este mes.
Los técnicos, luego de un recorrido individual y grupal, identificaron factores que pueden amenazar a este legado. “El museo y la iglesia de San Diego tienen un patrimonio muy importante. Es impresionante su belleza (…) El riesgo de un incendio es alto, además no hay extintores”, dice Willi de Barros, de la Universidad Federal de Minas Gerais.
Pero a simple vista el lugar luce en buen estado. Las cuatro salas del museo con pinturas de los siglos XVII y XVIII se muestran nítidas. Fueron restauradas por el Fonsal hace aproximadamente cuatro años. Sin embargo, al párroco franciscano John Castro le preocupa que las conexiones eléctricas no han sido arregladas (algunas están expuestas). “El techo fue restaurado por el Banco Central en 1985 (…), pero requiere atención. Cuando llueve, el agua se queda en las tejas y produce filtraciones a la altura del coro de la iglesia”.
Para Guido Díaz, director del Fonsal, el convento de San Diego ha sido atendido. “Allí estamos por iniciar nuevos trabajos. Conocimos sobre las filtraciones e inmediatamente mandamos a los técnicos a una inspección. Entiendo que se ha dado la orden para que se ejecuten trabajos”.
Otro punto que quedó en evidencia fue la seguridad. “En 30 años se han robado nueve obras. No si la cifra es baja o alta, simplemente no debería ocurrir”, comenta José Delahnoy, experto de Puerto Rico. El último robo ocurrió hace cuatro años, lo que motivó a un cambio de cerraduras de las puertas. A Óscar Arrianza, técnico de Guatemala, le llamó la atención que no hay personal de seguridad en el lugar.
Sin embargo, para Stefan Michalski, experto del Instituto de Conservación de Canadá, el museo en general está en buen estado y destaca el cuidado, especialmente de parte del techo. Para esta semana está prevista una segunda visita, de tres en total.
Todas las observaciones constarán en un informe, que será presentado al finalizar el curso. Este trabajo servirá para realizar plantes de contingencia para un manejo técnico.
Punto de vista
Ximena Escudero
Historiadora
Una parte vital del patrimonio
San Diego se edificó en 1603, a principios de siglo XVII. El sitio forma parte del patrimonio material e inmaterial de la ciudad. Este convento quiteño guarda una colección importante de objetos que fueron parte de la expresión popular de la época y que hoy son considerados obras de arte. Es una recolección franciscana, que se ha mantenido desde su misma fundación.
Este es el convento recoleto más antiguo. Lo cual significa que las comunidades religiosas, llegadas de España al Nuevo Mundo, fundaban espacios fuera de la ciudad que eran estrictos para la observancia de la religión, así como para hacer penitencia y organizar ejercicios espirituales.
Actualmente, el convento está ubicado en el centro de la ciudad. De todo el acervo artístico que conserva San Diego sobresale el púlpito. En esa época, los púlpitos sirvieron para dar los sermones. Era el lugar, que se asentaba en un nivel más alto, para que los fieles lo vieran y escucharan el mensaje del celebrante. Como la finalidad esencial era ser escuchado, el módulo tenía en su parte superior una especie de caja acústica.
Este púlpito, que fue construido en 1734, conserva siete imágenes en madera policromada, las cuales son de gran importancia dentro del legado del país.