Santiago Zeas
Corresp.en Bogotá
Un chef que adora trabajar con chocolate. Esa es la mejor definición que el mexicano José Ramón Castillo encuentra para describir su oficio.
¿Quién soy? Soy José Ramón Castillo, chocolatero, pero también soy una persona normal: voy al baño, me peleo con mi novia, me reencuentro con ella. Pero a veces la gente puede llegar a enaltecer algo que no es.
No puedo vivir sin chocolate. Puedo comerlo toda la vida, siempre que sea un buen chocolate. Si alguien me da un chocolate malo ¡se lo puedo lanzar en la cara!
Su vitrina es el Canal Gourmet. Desde allí pone en marcha su propia concepción de la pastelería, con ingredientes mexicanos y de la región que, hasta hace poco, resultaban impensables en los formatos tradicionales.
Al igual que en pantalla es un tipo de trato fácil y sentido del humor. Habla con fluidez de las cosas más simples de su profesión.
Esta ocasión se encuentra de paso por Bogotá, para tomar parte de la feria gourmet que por esta época del año se organiza en tierras colombianas. Es una parada más en su larga gira regional que incluye países como Venezuela, Ecuador, Uruguay y Argentina. Luce agotado, pero dispuesto a dialogar mientras fuma un cigarrillo electrónico…
¿Recuerda su primer chocolate?
Los cigarros de chocolate. Antes podía comprarlos y, además, venían en las piñatas en las fiestas de niños. Tenía unos seis años y ya podía pasar y pegarle a la piñata.
¿Cómo fue ese primer contacto? ¿Acaso como el primer beso?
La verdad no. De pequeño no me gustaba el chocolate, se me hacía muy empalagoso. Incluso hace 10 años no me gustaba, me empalagaban sus sabores. No fui un fan del chocolate, pero siempre me atrajo mucho la forma de trabajarlo. Solo que por entonces se nos metía el miedo de que solo un semidiós o un nacido en Francia podía trabajar al chocolate.
¿Entonces el primer encuentro con el chocolate no fue el esperado?
No exactamente. Me gustó, estaba rico, pero jamás pensé desde ese momento que me iba a dedicar a ser chocolatero. Me gustaba más cocinar.
¿Cómo decidió finalmente ser chocolatero?
En realidad fue por el cambio y la calidad de vida que me generaba ser chocolatero.
¿Qué tipo de cambio?
Menos horas de trabajo y conocerme como profesional. Trabajando el chocolate puedo ser una persona normal. Cuando era cocinero trabajaba 14 horas diarias que eran la muerte: no tenía novia, no tenía familia ni amigos; me limitaba a cocinar. Ahora con el chocolate tengo una vida normal. Además tengo el programa en la tele, la gente me reconoce. Todo eso es bonito.
Entonces, ¿un agradecido del chocolate?
Y de la gente, porque sin ella no se es nada. Quien cree que va a estar en la televisión toda la vida está jodido.
También lo conocen como el ‘ministro del chocolate’, ¿un ministro que se chupa los dedos?
Claro y que hace otras cosas también (risas). Muchas veces ese tipo de títulos lleva a preguntarse si se debe al trabajo que se hace o porque uno sale en la televisión.
¿Prefiere probar el chocolate en la cuchara o chuparse lo que está en el dedo?
Chuparse lo del dedo es lo mejor. Es como cuando se toma el cereal y ese poquito que queda hay que tomarlo directamente del tazón. Amo comer con las manos las alitas o las costillas.
¿Y cuando cocina también se chupa lo del dedo?
Fíjese que no, cuando cocino utilizo muchas cucharas.
¿No hay la tentación de meter el dedo?
Cuando son salsas sobre todo, es muy rico.
¿Incluso frente a las cámaras?
No, en verdad chuparme los dedos es algo que hago muy para mí y cuando nadie me vea.
¿Cuando se chupa el dedo es una forma de regresar a la niñez?
Claro, es una fijación oral. Por algo dejé de fumar. Ahora estoy con cigarros electrónicos para dejar el vicio…
A propósito, ¿el chocolate es un vicio?
Puede ser un ‘pinche’ vicio. Hay gente que sí lo tiene y se pone mal, pero yo no. En verdad sí he conocido gente que pone mala cara y hasta grita. Pocos, pero los he conocido.
¿Cuál es su dosis diaria de chocolate?
Un día normal puedo comer entre 150 y 180 gramos. Tengo 68 sabores, los cuales tengo que probar, aunque sea un poquito.
¿El mejor chocolate que ha saboreado?
Uy, allá el de Ecuador.
¿Qué tiene de especial?
Como decimos en México me dejó ‘pendejo’ durante cinco minutos. Nunca había sentido algo así. Tenía un sabor con la humedad de la tierra, el sabor del fermentado, el tostado. Quedé atónito. Lástima que lo mejor se va al extranjero. Nunca había sentido una experiencia así.
¿Hay algo mejor que un buen chocolate?
El sexo. Si es con chocolate es más recomendable aún.