El 3 de marzo, el ministro Cordero se reunió con 3 500 militares y les aseguró que el Issfa seguirá recibiendo aporte estatal. Foto: Archivo EL COMERCIO
A los 46 años, Rubén Hernández es sargento primero y jubilado. En enero pasado pidió la baja y actualmente recibe una pensión mensual de USD 1 280. La razón de dejar el uniforme camuflaje fue para “tener más tiempo” para criar a sus tres hijos: de 13, 12 y 8 años.
Luego de 25 años de servicio, este miembro de la Brigada de Fuerzas Especiales de la FAE dejó su uniforme. Recibió USD
49 200 por su cesantía y con una parte de ese dinero montó un restaurante de comida manaba en el sector de La Recoleta, en el centro de Quito.
También compró un vehículo y el resto del dinero lo invirtió en una cuenta a plazo fijo en la que espera ganar intereses. “Si salía de 50 o 55 años me habría dedicado a otra actividad o solo a descansar, pero ahora gozo de fuerza y salud”, indica.
45 años es el promedio de edad con la que se jubilan hoy los soldados. Así lo detalla José Jumbo, presidente de la Asociación de Combatientes Brigada Eloy Alfaro-Pichincha, que agrupa 200 socios .
Sin embargo, esta edad podría cambiar. En abril pasado, Fernando Cordero, ministro de Defensa, anunció que una Comisión Técnica de apoyo al Consejo Directivo del Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas analiza un incremento en los años de servicio militar para la jubilación. Es decir, la propuesta, que nació del Issfa, busca subir de 20 a 30 años el tiempo de trabajo de los soldados. Según Cordero, si se aprueba la reforma, la edad promedio en la que se jubilarían los uniformados sería de 53 años y aún así -dijo- los militares tendrían una expectativa de vida de 30 años.
En las últimas horas trascendió que el aumento en el tiempo de servicio sería de 20 a 25 años. Todo está en análisis y por aprobarse en las FF.AA.
¿A qué se dedican los militares luego de jubilarse? En las asociaciones de militares retirados hay datos que demuestran que el 50% se ocupa en empresas de seguridad privada. Otros, en cambio, tienen negocios como tiendas, abarrotes, puestos en mercados, taxis.
El sargento Hernández es parte del grupo que emprendió un negocio. Cada día y junto a su esposa, atiende desde las 08:00 hasta las 21:00 a sus comensales; la mayoría son sus compañeros. Administrar un restaurante implica madrugar al mercado y comprar quintales de papa, de tomates, verduras, kilos de carne y varias jabas de cerveza. Él se encarga de llevar, cada semana, los productos hasta la cocina del local.
Estas actividades no le representa mayor esfuerzo. Debajo de su camiseta todavía se dibujan sus músculos de años del entrenamiento militar.
El suboficial retirado Alejandro Valverde Jiménez es miembro de la Comisión Técnica que analiza la reforma sobre la Seguridad Social y representa a los soldados en servicio pasivo.
El viernes dijo a este Diario que el borrador sobre la propuesta relacionada al tiempo de servicio está listo. Indicó que hasta ese día no lo habían presentado en el Consejo Directivo del Seguro Militar.
Por ahora, la información es reservada, pero aseguró que el posible incremento de los años de servicio es solo parte de un grupo de reformas que allí se plantean. “Todavía no hemos tenido una reunión con la Comisión para ultimar detalles. Una vez que se defina qué es lo que se va poner allí (en el informe) se le entregará recién al Consejo Directivo”.
El posible aumento es una respuesta a dos problemas que registra el Issfa. Una se refiere al déficit que tendría este Seguro. Según datos oficiales, esa brecha sería de USD 200 millones anuales. Además, por cada jubilado también hay un soldado activo que aporta para sostener la pensión.
El mes pasado, en la Asamblea, Jorge Saldaña, director encargado del Issfa, explicó que el Estado adeuda USD 70 millones de aportes.
El suboficial retirado Salomón Sánchez concuerda que el trabajo de los militares no es simple. Él se jubiló hace 24 años en la Armada. Vistió su uniforme 25 años y estuvo en la Guerra de Paquisha, en 1981.
Aquellos fueron “tiempos gloriosos”, dice Sánchez, quien asegura que disfrutó la vida militar, aunque prefirió jubilarse joven. Lo hizo a los 48 años con el grado de suboficial. Desde entonces se dedicó a criar a sus cuatro hijos adolescentes.
Según el Issfa, actualmente cada jubilado recibe, en promedio, USD 1 170 al mes. En el país existen 28 882 militares en servicio pasivo.
Para Hernández, ser soldado implicó llevar una vida “itinerante”. Él ingresó a los 20 años a la FAE. Ahora, a sus 46 años, recuerda que el período más largo que permaneció en un solo sitio fue en Manta. Estuvo 16 años. El resto de tiempo trabajó en Lago Agrio, Latacunga, Santo Domingo y Quito.
También peleó en el Cenepa, en 1995. Por el conflicto estuvo seis meses en la Cueva de los Tayos. En sus primeros años de servicio tuvo a su primera hija, ahora tiene 20 años. Casi nunca asistió a sus cumpleaños.