En el tercer piso estudiantes reciben clases en uno de los laboratorios, en horario de 13:00 a 15:00. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
No hay suficientes aulas ni los docentes titulares necesarios para abastecer la demanda de más de 4 000 estudiantes en cada semestre. Esa es la realidad que denuncian los alumnos de la Universidad Central sobre el Instituto Académico de Idiomas.
En marzo del 2014, durante el rectorado de Édgar Samaniego, se inauguró el edificio de cinco pisos en un área de alrededor de 3 000 metros cuadrados, con 24 aulas y tres laboratorios informáticos equipados con computadoras y proyectores. Está en las avenidas América y Universitaria.
La expectativa era enorme. Ya no ocupaba un pequeño espacio en el área de Agronomía, junto a la residencia universitaria. La oferta se amplió: italiano, francés, coreano, mandarín e inglés eran las opciones que tenían los estudiantes para cumplir el requisito obligatorio de cursar 280 horas del segundo idioma, para titularse.
La proyección era que el entonces llamado Centro de Idiomas se convirtiera en un lugar autorizado para rendir pruebas internacionales de suficiencia en inglés, por ejemplo. Otra aspiración era que se pudiera ofrecer servicios a la comunidad, como lo hace el Centro de Educación Continua de la Politécnica, que imparte clases al público.
Los problemas del Instituto se evidencian en cada período de matrículas. Este semestre arrancó el 13 de septiembre.
María Mercedes Lema, alumna de séptimo nivel de Psicología Educativa, comentó que al ingresar al sistema informático, a través del cual se realiza el proceso, pudo obtener un cupo pero no elegir el horario que le convenía. Decidió no tomar la plaza.
Casos como el de Lema suman cerca de 1 000, admitió Santiago Sanguña, director del Instituto. Ese inconveniente se produce por “falta de coordinación”. Aunque también señaló que buena parte de jóvenes dejan para el último la obligación de seguir el idioma. Eso aumenta la demanda habitual.
El Instituto tiene 70 profesores, 46 a contrato y 24 con nombramiento. De ellos 28 son a medio tiempo, 38 a tiempo completo y cuatro a tiempo parcial. No son suficientes.
Pero no serían solo 1 000 los alumnos que se quedaron sin matrícula sino más de 2 000. Lo señaló Christian Chávez, presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEUE) de la Universidad Central. Se incluye a egresados o por salir de la universidad.
El problema de falta de cupos se ahondó en mayo, tras la aprobación del Reglamento General del Instituto. La norma establece que estudiantes de séptimo semestre deben haber aprobado los dos niveles de idioma que se exigen, en este caso A1 y A2. De lo contrario no se podrán matricular en el próximo semestre. Esa medida aumentó más la demanda.
Fernando Sempértegui, rector de la universidad, reconoció en días pasados que sí existen inconvenientes y que para solucionarlos se estudia un plan de contingencia.
Consiste en que los alumnos que están por salir de la carrera de Idiomas, en la Facultad de Filosofía, se hagan cargo de las clases. Una propuesta similar envió la FEUE. Se plantea que esos chicos impartan clases los sábados a los universitarios que no pueden tomar inglés de lunes a viernes y así paliar en algo la demanda.
El Director del Instituto confirmó que cinco estudiantes darían clases a grupos a los que no se haya asignado profesor.
Sin embargo, esa salida no es bien vista por los docentes del mismo centro, que pidieron la reserva de sus nombres. Ellos insisten en que se requiere certificación para impartir clases.
Aunque la propuesta no va contra la norma, según Enrique Santos, miembro del Consejo de Educación Superior (CES), porque el idioma no está incluido en la malla curricular. Por eso se pueden adoptar otras alternativas para que los estudiantes obtengan su suficiencia, incluso que acudan a institutos particulares.
Álex Paspuel es estudiante de la Facultad de Filosofía y considera que el nivel es bajo, puesto que es poco tiempo para aprender. Un nivel se aprueba en siete semanas.
En cuanto a los cursos abiertos al público, solamente se imparten en los idiomas coreano y kichwa (este último no está avalado como una lengua extranjera).
El Reglamento
El artículo 31 del Reglamento de Régimen Académico, emitido por el Consejo de Educación Superior, determina que en carreras de tercer nivel se entenderá por suficiencia en el manejo de una lengua extranjera al menos el nivel B2 del Marco Común Europeo de referencia para las Lenguas.
Las instituciones de educación superior, según la normativa, tienen máximo cinco años a partir de septiembre de 2016 para cumplir con ese punto.
Los docentes que enseñen lengua extranjera deben tener mínimo título de tercer nivel.