En el sector puente América, en Milagro, el Municipio colocó una compuerta para controlar inundaciones. Foto: Mario Faustos / EL COMERCIO
Narcisa Méndez cumplió 50 años justo un día después de que el estero San Miguel la alejara de su casa. El agua ingresó, dañó las bases de caña y tuvo que abandonarla para refugiarse en el albergue municipal de Milagro, en Guayas.
En la habitación 10, donde ahora vive, solo hay una cama y un cesto con ropa donada. El aguacero del 1 de marzo desbordó el río Milagro y los esteros Belín y San Miguel, afectando a 2 857 familias como la de Narcisa. “El agua nos quitó todo”, cuenta casi llorando.
Lo que sucedió en Milagro es una muestra de la fragilidad de la provincia ante las lluvias. Un mapa de la Secretaría de Gestión de Riesgos revela que el 49% de la población de Guayas tiene alta y muy alta vulnerabilidad frente a las inundaciones.
Desde enero la entidad ha reportado 46 emergencias, solo por inundaciones. A fines de febrero, en Naranjito, 200 casas se anegaron. Y en Playas, los ríos La Camarona y Suyuña, usualmente secos, retomaron sus cauces, algo que no ocurría desde El Niño de 1998.
En la provincia, el mal clima ha dejado seis fallecidos, 3 275 personas y 779 viviendas afectadas, más 41 albergados. Olga Palacios, directora de Acción Social del Municipio de Milagro, recuerda que 52 personas fueron trasladadas al albergue del Cabildo, porque el agua, en sitios como Las Pozas, llegaba al pecho. Algunos regresaron a sus terrenos; pero 21 personas, entre ellos 12 niños, aún no tienen un hogar donde regresar.
Las risas y el correteo de los pequeños opacan las tristes conversaciones de sus madres. Narcisa es una madre para sus nietos de 6 y 3 años, a quienes cría desde que perdieron a su mamá por una peritonitis. “El día de la inundación cogí a mis niños y un sobre con USD 400. El agua se llevó mis ahorros”.
Narcisa Pacheco, otra albergada, es viuda y tiene cinco niños de entre 4 y 15 años. El agua destruyó la casa que alquilaba en Las Pozas y ahora ruega, entre lágrimas, por un solar y un trabajo para sostener a su familia. “Nos quedamos sin nada. Hasta los colchones se hundieron en el lodo”.
Las Pozas es una zona no legalizada y de alto riesgo. Frente a un mapa del cantón, Gina Mendoza, directora de Gestión de Riesgos del Municipio, explica que Milagro tiene 19 sectores vulnerables ante la influencia de esteros y ríos, principalmente alimentados por las lluvias en la región interandina; además son sitios muy bajos, ocupados por asentamientos humanos irregulares. En estos sectores viven 16 086 personas, el equivalente al 8% de la población total.
Desde enero, María Román buscó desesperada dónde refugiarse con su familia. Por el día deambulaban en busca de objetos reciclables; y por la noche dormían en una de las calles céntricas que se inundó en Milagro. Pocos días antes de marzo llegó al albergue municipal, donde nació Óscar, su segundo hijo. “Estar aquí es un milagro. No sé qué hubiéramos hecho en la calle con este invierno tan fuerte”.
Las inundaciones se repiten cada año en esta localidad guayasense. Pero Jorge Mora, director de Obras Públicas del Cabildo, aclara que el impacto se redujo gracias a la instalación de compuertas en los colectores de aguas lluvias que desembocan en el río Milagro.
Son seis tapas de cemento, valoradas en USD 83 000, que se cierran por presión, cuando el caudal sube. Así evitaron que la corriente ingresara por las calles y a las casas de sectores como el puente América.
Particularmente, en lo que va del 2017 las inundaciones se han concentrado en áreas urbanas de cantones como Milagro, Durán y Guayaquil. En este último, un estudio del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) identificó cuatro parroquias vulnerables a los efectos asociados con el cambio climático, como intensas lluvias en corto tiempo y el efecto de la marea alta que impide un rápido desfogue.
En el barrio San Miguel de Milagro, donde vivía Narcisa Méndez, el agua subió al menos un metro y medio y demoró casi una semana en descender. La huella está fresca en las paredes y los cercos de caña.
“Regresé unos días después pero la casa quedó frágil . Tenemos miedo de volver, que se caiga y ocurra una desgracia”, dice Narcisa. En el estero San Miguel y en el Belín, el Municipio tiene pendiente colocar otras seis compuertas para mitigar los desbordamientos.
En contexto
109 emergencias por las lluvias, entre inundaciones, deslizamientos y vendavales, fueron reportadas en la provincia hasta la semana pasada. A inicios de este mes, el agua afectó a 11 sectores del cantón Milagro, donde funciona un albergue municipal.