Del golpe cívico-militar producido en Honduras la semana pasada, me llama la atención la hipocresía de los acólitos del presidente Chávez, quienes, después de criticar severamente a la OEA, a la que consideran un “bastión del imperialismo”, acudieron a ella para pedir que de inmediato logre restituir a su coideario, Manuel Zelaya, en la Presidencia de ese país.
También me ha llamado mucho la atención que pocas horas después de haberse destituido al Presidente de Honduras, el Secretario General de la OEA y los presidentes de varios países califiquen de inconstitucional la destitución de Zelaya, sin ni siquiera analizar el caso detenidamente.
Su destitución y expulsión del país deben servir de ejemplo a todos los candidatos a dictadores, sobre todo a quienes profesan la doctrina del socialismo del siglo XXI, quienes deben recordar que todavía hay pueblos que no toleran los abusos del poder.
No puede considerarse demócrata a un Presidente que constantemente irrespeta la Constitución de su país, quien quería perennizarse en el poder y por ello, “contra viento y marea”, impulsó una ilegal encuesta, la cual fue “la gota que rebosó el vaso”; que ocasionó su destitución.
Aunque considero que Zelaya debe ser restituido, temo que ello no va a suceder. Una posible salida negociable con el actual Gobierno hondureño, debido a la presión internacional a la que está sometido, será adelantar las elecciones presidenciales.
Ningún país debe intervenir en los asuntos internos de otro. Los problemas legales y económicos de Honduras los deben resolver los hondureños. La amenaza del comandante Chávez de intervenir militarmente en Honduras es repudiable, como lo es el hecho de que quienes no respetan la Constitución en sus países, como la mayoría de sus acólitos, pretendan ahora dar lecciones de democracia al resto del mundo.
Bien ha hecho la OEA en sancionar a Honduras. Pero ¿dónde estuvo esa organización cuando en nuestro país se destituyó a los ex presidentes Bucaram, Mahuad y Gutiérrez, y qué medidas ha tomado respecto al Régimen antidemocrático de Venezuela?
Quienes justifican la remoción de Zelaya, argumentando que esta se fundamentó en una orden judicial y que su propósito fue restablecer la ley, la cual estaba siendo violentada por él, sostienen que la Constitución sigue vigente en Honduras y que se respetó la sucesión de poder establecida en ella.
Puede ser que esto sea cierto, pero la forma como las Fuerzas Armadas hondureñas sacaron en la madrugada del 28 de junio pasado a Zelaya, en pijama de su casa, y lo pusieron en un avión a Costa Rica prueba que en él no reina la democracia y crea un pésimo precedente en Latinoamérica. Ojalá que en nuestra región no vuelvan a ocurrir casos como el hondureño.