Los familiares de los heridos en el accidente ocurrido en la vía Alóag-Santo Domingo llegaron a hospitales como el Eugenio Espejo, para averiguar el estado de sus seres queridos. Foto: Jenny Navarro/ EL COMERCIO.
Las 16 personas heridas que se recuperan del accidente del bus 148 de la cooperativa Panamericana y los familiares de los 15 fallecidos recibirán la ayuda de la empresa de transporte.
Ese fue el anuncio que hizo ayer (9 de noviembre) Robert Pesántez, gerente general de la cooperativa, afuera del hospital Eugenio Espejo de Quito. “Estamos presentes para asumir la responsabilidad frente a los gastos médicos que hay que cubrir y todo el tipo de ayuda que sea necesario”, dijo.
En Manabí, a 340 kilómetros de la localidad de Playita, donde el bus cayó casi 400 metros el sábado (8 de noviembre), se realizaban ayer los velatorios de seis personas. Cinco familias de Portoviejo y una de Rocafuerte despidieron a sus seres queridos. En medio de su dolor se preguntaban por las causas del suceso.
Tras el volcamiento, el controlador de la unidad fue la única persona que salió ilesa. Según Pesántez, él dio su versión en la Fiscalía de Machachi, en el cantón Mejía.
“Él venía en la cabina del señor conductor y (relató) que un tercer vehículo, un camión que no ha sido identificado, invadió el carril de bajada; rebasó al bus y se encontró con otro vehículo que bajaba. Para no chocarse de frente, (el camión) le cierra el carril al bus de Panamericana y este, por evitar el impacto, hace la maniobra hacia el lado izquierdo y es lo que provoca que se vaya al abismo”, dijo.
Los recuerdos de la noche del viernes permanecen en la memoria de Rudiz Palacios, padre de Cinthia Palacios, de 27 años. Ayer, con la voz entrecortada, el hombre contó que su hija fue de Rocafuerte a Manta esa noche para abordar el bus de Panamericana.
Allí se encontró con su novio, con quien tenía planeado ir a Quito para comprar un vehículo. “Todo quedó en una simple ilusión, mi Cinthia ya no está entre nosotros y su novio está herido”, dijo Palacios. El cuerpo de la joven tenía cortes en el abdomen, “creo que murió de contado”, dijo el padre mientras velaba a su hija.
En Quito, Wiliam Espinel pasó toda la mañana en el Hospital Eugenio Espejo en espera de información sobre el estado de salud de su hermano, Álex Espinel, y novio de Cinthia. Dijo que su pariente se halla estable. “No hemos podido hablar del accidente, porque está muy afectado por la muerte de la novia. Él quería casarse con ella”.
En ese mismo lugar, Pesántez afirmó que la unidad 148 de su compañía no tenía problemas mecánicos. Sin embargo, en la Secretaría de Movilidad de Quito se detalla que en la revisión técnica vehicular del 24 de octubre pasado, el bus presentaba fallas. Una de ellas es de consideración: la eficacia en el sistema de frenos.
Pesántez reconoció ayer que esa información consta en los registros de esa dependencia municipal, pero aseguró que el bus sí estaba en buen estado.
“Es una unidad nueva, del 2011, de procedencia china, marca Youngman, que además del sistema de freno normal cuenta con frenos auxiliares de tipo hidroneumático”, señaló.
También indicó que el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT) de la unidad está vigente y que Panamericana cuenta con otra póliza de accidentes personales para los pasajeros, cuyo monto desconoce.
El doloroso adiós
La familia Palacios improvisó una capilla ardiente en la calle Manuel J. Calle, en el centro de Rocafuerte, frente a la casa en la cual vivió Cinthia. Bajo la sombra de dos toldos, amigos y familiares rodearon el cofre mortuorio. Al mediodía, el cuerpo de la joven fue llevado al Palacio Municipal, donde lo velaron por dos horas, pues ella era funcionaria del Cabildo.
En Portoviejo, los cuerpos de los esposos Jimmy Mejía y Amada Pazmiño fueron velados detrás del estadio Reales Tamarindos. Sus hijos estaban devastados, el dolor era evidente.
Jimmy y Amada salieron el viernes a Quito, junto con dos niños y otra familia. Iban a festejar el cumpleaños de una de sus hijas quien vive en Quito. Lo menores aún están hospitalizados en la capital.
En Portoviejo también fueron velados los restos de Bella Cedeño, Miguel Ángel Cañizares y Tania Salguero.
Cedeño tenía tres meses de embarazo y había viajado a Quito junto con su novio, un policía quien se recupera de sus heridas.
Cañizares, de 28 años, trabajaba como médico en el hospital Eugenio Espejo. Esta semana tenía planeado viajar a Argentina para realizar un posgrado de Medicina.