Redacción Ecuador
‘Desde que empezaron los apagones (dos meses y nueve días) mi negocio está muy afectado.
Tengo una ferretería que está ubicada en las calles Madrid y Toledo (sector La Floresta, en el norte de Quito).
Cuando no hay luz no puedo atender a todos los clientes. Por ejemplo, es imposible probar los focos, tomacorrientes, lámparas… Los compradores piden que se les demuestre que están en buen estado. Cuando no hay energía no compran, dicen que ya regresan, pero no lo hacen.
Más allá de eso, hay otro problema. Durante los apagones, que en este sector son de dos horas diarias, las personas dejan de hacer muchas cosas.
Es como que se programaran con la energía y cuando se aplican los racionamientos, ellas simplemente no continúan con sus actividades normales. Hasta dejan de comprar.
Las ventas en mi local han disminuido en un 50%. Antes de los cortes vendía USD 70 diarios. Estoy muy preocupada porque es la primera vez que tengo pérdidas considerables.
Muchas personas creen que cierro el negocio durante el apagón. Cuando vienen a comprar, dicen: ‘Creí que no atendía mientras se corta el fluido eléctrico, por eso no venía’.
Sin energía también tengo inconvenientes para entregar facturas. Aunque ahora se llenan manualmente, luego hay que ingresar los datos de los clientes en el sistema. Eso lo hago cuando retorna la luz y hay veces que me veo obligada a quedarme haciéndolo hasta más tarde.
Mi deseo es que los racionamientos se terminen lo más pronto posible, pero me preocupa que no llueva. Las autoridades dicen que sin aguaceros no se puede generar energía y por lo que se ve, este será un año seco. Ojalá no haya otra crisis energética a mediados de año”.