Los primeros meses del 2010 serán recordados por la sucesión de catástrofes ambientales. Terremotos mataron miles de personas en Haití, Chile y China. Un volcán en Islandia generó una nube gris que causó un perjuicio histórico a la aviación. Tempestades y ondas de frío y calor castigaron varias partes del planeta, incluido Brasil.
La furia de la naturaleza, según científicos, continuará este año, especialmente debido a la temporada de huracanes en Caribe y en América Central, regiones poco preparadas para enfrentar eventos extremos. Los especialistas alertan que los países necesitan aprender a prepararse para evitar pérdidas humanas y económicas cada vez mayores en un mundo superpoblado, y a la merced de cambios climáticos.
Las compañías de seguros sufren un perjuicio histórico, y América Latina fue una de las regiones más afectadas. Sin embargo, los especialistas dicen que Brasil está entre los países que pueden salir fortalecidos de la crisis ambiental. Aún falta algo más de cuatro meses para que culmine el año, pero los eventos extremos registrados por todo el planeta, provocando miles de muertes, ya hicieron del 2010 un período marcado por la furia de los fenómenos naturales.
Tempestades de fuerza rara, anegamientos, temperaturas muy arriba o abajo de la media, terremotos en áreas densamente pobladas y actividad volcánica causaron perjuicios en decenas de países. El clima produce malas noticias en velocidad inédita. Una combinación de factores explica el porqué el 2010 ha sido penoso. Entre ellos los cambios climáticos, con episodios extremos con cada vez mayor frecuencia, y la infeliz coincidencia de eventos geológicos que ocurren en áreas densamente pobladas. Las áreas pobres y sin infraestructura están sujetas a pérdidas mayores.
“Desde el punto de vista geológico, no existe anormalidad registrada en la actividad del planeta”, garantiza el vulcanólogo Thor Thordarson, de la Universidad de Edimburgo, en Escocia. “Pero el caso fue que hubo erupciones y sismos durante los primeros meses del año, y además, en locales muy habitados. Es una coincidencia, pero nos hace pensar que algo está errado”, dijo.
Casos aparte, el hecho es que las continuas catástrofes del 2010 causaron grandes perjuicios. Afectadas por las pérdidas económicas, las compañías de seguros sienten fuertemente el aumento del impacto de los desastres. Datos del sector indican que, entre 1992 y el 2008, el impacto económico de las catástrofes naturales se multiplicó por diez. Y este índice debe crecer con más intensidad a partir de ahora. De acuerdo con la compañía de seguros Múnich, una de las mayores del segmento, el número de grandes eventos con impacto superior a USD 1 000 millones se triplicó desde 1950.
En la próxima década los daños se pudieran duplicar. Solo en el 2008, las catástrofes naturales costaron al mundo USD 200 000 millones. El primer trimestre del 2010 fue suficiente para hacer de este año el más perjudicial a la economía de América Latina.
Según la compañía de seguros Willis, las empresas del sector en el continente perdieron USD 16 000 millones en los últimos tres meses. Entre los motivos están los terremotos de Haití y Chile y las lluvias que castigaron Brasil. La empresa también prevé que la nueva temporada de huracanes en Caribe será “más intensa que lo normal”.
Según la compañía Swiss, los desastres naturales provocarán un gasto de USD 110 000 millones en el 2010. El año pasado, considerado relativamente tranquilo, la cuenta fue de USD 22 000 millones.
“Ya estamos confiriendo los eventos significativos del 2010. Nuestra previsión es de que este año será de gran perjuicio”, admite Thomas Hess, economista-jefe de la Swiss. “Alertamos la industria que debe prepararse para sufrir pérdidas. Si es difícil pensar en cifras tan altas, basta acordarse los reflejos que los cambios climáticos provocan en el presupuesto de cada uno”.
Los cambios climáticos tienen un efecto inmediato en nuestro modelo de civilización. Y lo que es más importante: ellas no respetan fronteras geopolíticas. Son un problema de todos. Guatemala es uno de los más recientes ejemplos de cómo los eventos extremos pueden instaurar el caos. En menos de cinco días, el país vio el volcán Pacaya entrar en erupción cubriendo la capital -Ciudad de Guatemala- de grises, y la tempestad Agatha matar más de 90 personas.
El cambio climático determina un nuevo orden económico mundial
La escalada de eventos extremos aún no produjo un verdadero acuerdo global, obligando a países desarrollados y emergentes a que corten en la carne – léase: en sus emisiones de carbono.
China, el mayor contaminador del mundo, invierte un 3% de su Producto Interno Bruto (PIB) en energía verde (EE.UU. destina solo un 0,7% del PIB al mismo fin). En Alemania, la población es incentivada con reembolsos gubernamentales a comprar paneles de energía solar. El proyecto ubicó a ese país al liderazgo en la utilización de esta fuente de energía.
Y Brasil, que ya redujo la deforestación de la Amazonía, puede asumir un papel aún mayor. Dueño de una economía basada en una matriz energética limpia (las hidroeléctricas), el país es considerado candidato al liderazgo de un nuevo orden mundial, donde la economía puede ser más armoniosa con el medioambiente.
A esto se suma que posee la mayor extensión de tierra cultivada del mundo, la mayor cantidad de recursos hídricos y la mayor extensión de Amazonía. Nuevas formas de comercio están surgiendo, a través de la relación con naciones sin potencial agrícola. Las relaciones de cooperación cambiaron, lo cual, según expertos, pudiera colocarlo al frente de esta nueva era.