Francia elige el domingo al Jefe de Estado. Foto: AFP
Buena parte del planeta tiene en la mira lo que ocurra el domingo 7 de mayo del 2017 en Francia. Esto generado principalmente por las corrientes totalmente opuestas que representan los dos finalistas a la Presidencia de la República. Emmanuel Macron representa un futuro para Francia dentro de la Unión Europea, con todas las ventajas y desventajas económicas y sociales; mientras que Marine Le Pen mira a Francia caminando y marcando su destino sola; no con las “penurias” que ha significado ser parte de la Eurozona. Esta posición se matiza con la oferta de que los franceses comprarán nuevamente usando la moneda que fue de su país: el franco.
Por fuera de las fronteras galas hay también mucha atención en países como Alemania que tendrá elecciones federales el 24 de septiembre. En ese país, también están en juego visiones contrarias sobre su futuro y su permanencia en el bloque europeo. Francia y Alemania fueron puntuales en la creación de la Eurozona; Reino Unido también pero está en proceso de salir.
Mientras, el presidente Donald Trump anunció que trabajará con quien sea que el pueblo francés elija como líder. En la Casa Blanca aclararon que no he tenido una conversación sobre si apoya a algún candidato en particular.
Emmanuele Macron
Candidato de ¡En Marcha!
‘Outsider’ que seguirá con Europa
Si resulta vencedor hoy en las elecciones en Francia, Emmanuel Macron se convertirá a sus 39 años en el presidente más joven de la República. Al que fuera durante dos años ministro de Economía del presidente François Hollande le gusta definirse como alguien que rompe moldes pese a tener un currículum de élite.
Considera que la división entre derecha e izquierda que caracteriza la historia política de Francia quedó superada y en el 2016 formó su propio movimiento político, En Marche!, con el que consiguió entusiasmar a parte del electorado, algo que no lograron sus rivales de los dos partidos tradicionales franceses, los conservadores y los socialistas.
Macron es un político de centro que simpatiza con el sector empresarial y con Europa, aunque su candidatura no deja de ser un experimento con muchos interrogantes.
Lideró su campaña como si fuera una empresa emergente, una ‘start up’. Promueve una renovación del poder y en caso de imponerse en la segunda vuelta gran parte de sus ministros no procederán de los estamentos tradicionales de la política. Sin embargo, no hay duda de que uno de los secretos del éxito de Macron fue también la debilidad del candidato conservador, François Fillon, y del socialista, Benoît Hamon, que se quedaron en la primera vuelta del 23 de abril.
Con Macron todo es diferente, incluso su vida privada. Desde 2007 está casado con Brigitte Trogneux, más de 20 años mayor que él y que fue profesora suya en Amiens. La pareja no tiene ningún problema en aparecer en bañador en la playa en las revistas del corazón, en contraste con su padre político Hollande, que desde hace tiempo aparece solo y cuyas vacaciones son mantenidas en secreto.
Macron ha hecho carrera tanto en la economía como en la política, destacándose en ambos campos. Hasta el 2012 fue un banquero de inversiones bien pagado en Rothschild & Cie. Debido a la enorme desconfianza que genera en el país el sector financiero, tiene que justificarse una y otra vez por su pasado.
En la política se autoproclama en cambio un ‘outsider’. También, dicen especialistas y políticos, le falta el clásico aparato partidario con anclaje en las distintas regiones. Macron se limita a restar importancia a las dudas y anuncia que su movimiento En Marche! presentará 577 candidatos a las elecciones legislativas en junio.
Marine Le Pen
Candidata del Frente Nacional
La vuelta del franco es una bandera
La candidata del ultraderechista Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, hizo una intensa campaña para moderar la imagen de la agrupación desde que tomó las riendas de manos de su padre el 2011. De cierta forma lo ha conseguido.
En lo personal, la candidata de 48 años es adecuada para la tarea, porque proyecta calidez y puede ser divertida. El tradicional logotipo del FN, una llama, fue reemplazado por una rosa, aunque obviamente no roja, sino azul marino. Un símbolo que parece inofensivo y se enmarca en este proceso que los comentaristas bautizaron la “dédiabolisation” (desdemonización) con la que logró ganarse a un electorado bastante más amplio en los últimos años.
Incluso expulsó a su padre Jean-Marie Le Pen del partido por sus comentarios restando importancia al Holocausto. La candidata dijo esta semana en un mitín en París: “Seré la presidenta de los franceses, no importan sus orígenes”.
Sin embargo, Le Pen sigue defendiendo una postura aislacionista, expresa posiciones radicales contra la Unión Europea (UE) y la migración, y despotrica contra lo que considera “el sistema” y “la casta”.
Los enemigos son una parte fundamental de la retórica de Marine Le Pen, escribe Tanja Kuchenbecker, autora de un libro sobre la líder del FN. Nació en 1968 y es la menor de tres hijas del veterano político de ultraderecha Jean-Marie Le Pen. Con solo ocho años vivió un atentado con bomba contra su padre. La separación de sus progenitores fue un culebrón cuando su madre posó para la revista Playboy.
Estudió derecho, se unió al FN con 18 años y trabajó como abogada hasta que en 1998 quedó a cargo del departamento judicial del FN. Tiene tres hijos, se divorció dos veces y en la actualidad está en pareja con el eurodiputado del FN Louis Aliot
En lo que respecta a sus propuestas, es partidaria de la “mano dura” en la aplicación de la ley y quiere sacar a Francia del euro, la moneda única que comparten 19 países de la Unión Europea.
Incluso plantea realizar un referéndum para que su país abandone la UE, uno de sus enemigos favoritos, a menos que consiga restaurar “la soberanía francesa” sobre su territorio, economía, moneda y legislación.
Su partido rechaza la inmigración y toda seña de identidad musulmana en Francia. Pero en materia económica es más centrista y proteccionista, como parte de su estrategia de captar el voto obrero.