Redacción Construir
Para los corredores de bienes raíces, los administradores de fondos e incluso los constructores, la palabra fideicomiso es común.
Tres tipos más
En el fideicomiso de administración se transfieren bienes muebles o inmuebles al patrimonio autónomo, para que la fiduciaria los administre.
En el de garantía, el deudor transfiere la propiedad de uno o varios bienes a título del fideicomiso mercantil para garantizar con ellos su producto.
El de inversión implica la entrega al patrimonio autónomo de valores o dinero para que la fiduciaria los administre, para beneficio propio o de terceros.Se trata, dice Santiago Acosta, de Asbre.com.ec, de un contrato celebrado por escritura pública en el que una persona, que es el fiduciante, transfiere un inmueble y/o recursos financieros a un fiduciario, quien se obliga a ejercerla en beneficio de quien se designe beneficiario. Y a transmitirlo al cumplimiento de un plazo o condición al fiduciante, beneficiario o fideicomisario.
Los inversores son los fiduciantes, que se obligan a aportar la totalidad de los fondos necesarios para comprar el terreno y para hacer frente a los costos que demande la obra.
El fiduciario es, en cambio, quien recibe el dominio de los fondos para adquirir el inmueble, inscribirlo a su nombre en forma temporal y condicionada y llevar adelante el emprendimiento según las pautas fijadas en el anteproyecto.
Una vez finalizadas las obras proyectadas y afectado el inmueble al Régimen de Propiedad Horizontal, transmitirá a los beneficiarios el dominio de las unidades que a cada uno de los participantes les corresponda.
Alejandro Quezada, de ncfgroupsa.com.ec, comenta que un fideicomiso es un instrumento que se adapta muy bien a un emprendiendo inmobiliario con fondos de terceros.
“La administración de estos contratos es independiente y realizado por profesionales especializados. Es una herramienta que se constituye con cualquier tipo de bienes, muebles, inmueble, títulos valores, derechos de uso, garantías, contratos…”, afirma Quezada.
Un fideicomiso permite el desarrollo de un proyecto de construcción que puede ser de uso comercial, oficinas, viviendas o infraestructura en general.
Entre sus ventajas, añade Quezada, el fideicomiso inmobiliario genera la transparencia necesaria y la independencia suficiente, para que antes del inicio de las obras de construcción se pueda aglutinar a un número de potenciales compradores.
La asesora inmobiliaria Patricia Gordillo dice que esta herramienta protege a los involucrados adecuadamente, a diferencia de otros instrumentos utilizados en negocios de bienes raíces.
El proyecto se desarrolla bajo una administración técnica y personalizada, ajustándose siempre a las características de cada proyecto.
“El fideicomiso permite el cumplimiento oportuno de los planes comerciales del proyecto en desarrollo”.
Uno de los beneficios más importantes de esta herramienta es que el mismo patrimonio puede garantizar futuras operaciones, sin necesidad de volver a constituir un fideicomiso. “Además, los derechos fiduciarios pueden ser negociables”, agrega Acosta.
Para el abogado Marco Angelo Ottati, en un medio como el nuestro, donde las disponibilidades de crédito son limitadas y donde además de los particulares dispuestos a invertir, ciertas instituciones del sector público están obligadas a participar en el mercado bursátil, la figura de la titularización en el fideicomiso (otra de sus ventajas) inmobiliario se vuelve muy atractiva.