Santiago Zeas
Corresponsal en Bogotá
Uno de los capítulos más dramáticos que ha dejado el conflicto interno en Colombia, al parecer, está por cerrarse. Después de cuatro años y dos meses desde que muriese en cautiverio, la guerrilla de las FARC entregó ayer los restos que, supuestamente, corresponden al teniente coronel de Policía Julián Ernesto Guevara.
Sobre las 15:20, el helicóptero brasileño que transportó la osamenta del oficial secuestrado en 1998 aterrizó en la pista del aeropuerto de Villavicencio, departamento del Caquetá.
Una visita a R. Correa
El sargento Pablo Emilio Moncayo, liberado después de más de 12 años de cautiverio, visitará al presidente ecuatoriano Rafael Correa, para agradecerle sus gestiones para liberarlo.
Aunque aún no está definida la fecha de su visita, Pablo Emilio viajará junto a su padre, el profesor Gustavo Moncayo. También tienen previsto visitar a los presidentes Hugo Chávez (Venezuela) y Lula da Silva (Brasil).
Chávez actuó en un momento como mediador para que se libere un grupo de 12 secuestrados. Y Lula prestó los helicópteros para la misión humanitaria.
Nada más abierta la compuerta de la aeronave, miembros de la Cruz Roja Internacional bajaron el féretro, que llevaba una fotografía del rostro de Guevara.
De inmediato el ataúd fue recibido por la madre del oficial, Emperatriz de Guevara, cuyas súplicas para que se entregase el cuerpo del hijo no habían sido escuchadas por la guerrilla desde el 28 de enero de 2006, fecha en que se anunció su muerte en la selva colombiana.
Aún en la pista del aeropuerto y a su turno, la senadora Piedad Córdoba y monseñor Leonardo Gómez abrazaron y consolaron a la madre de Guevara, quien estuvo acompañada por su hija Ana María. Sus otros ocho hijos esperaron en Bogotá. Antes de que los restos sean trasladados a la capital colombiana, en un sitio privado del aeropuerto, Emperatriz de Guevara y su hija permanecieron 10 minutos a solas con el cajón.
En forma paralela, la senadora Córdoba relató algunos detalles de la entrega de los restos mortales, que se realizó en las selvas del Caquetá. Reseñó que antes de recibir el ataúd, los guerrilleros rindieron “honores militares de héroe de guerra” al oficial Guevara.
Según la parlamentaria, para las FARC fue un héroe, ya que fue aprehendido en combate y murió como prisionero de guerra.
A renglón seguido de que se conociera esa parte del rescate, el Gobierno fustigó a la guerrilla. A través del alto comisionado para la Paz, Fran Pearl, el Ejecutivo dijo que a las FARC no les correspondía realizar ese tipo de ceremonias castrenses, sino liberar a Guevara cuando estaba vivo.
Pearl reiteró la exigencia del Gobierno a la guerrilla de las FARC, para que procedan a liberar al grupo de militares y policías que es considerado como “canjeable”. De acuerdo con las cifras oficiales, en poder de la subversión aún permanecen 22 uniformados, cuyas familias solicitan al Régimen que acceda a un acuerdo humanitario para canjearlos con guerrilleros presos.
Después de estos pronunciamientos de Córdoba y Pearl, un avión policial con el féretro, su madre y hermana despegó rumbo a la Base Antinarcóticos de la Policía en Bogotá, para recibir los honores fúnebres.
Sin embargo, la entrega del que aparentemente es el cadáver de Guevara no cierra este capítulo del conflicto colombiano. Finalizada la ceremonia de honores al desaparecido policía, su osamenta fue a manos del Instituto Nacional de Medicina Legal, que realizará un examen de ADN para determinar si en verdad los restos corresponden al teniente coronel. Este análisis durará entre dos y siete días. Solo si se comprueba la identidad del policía se procederá a la entrega a su familia para su respectivo entierro.
Además, los forenses tratarán de determinar las razones de la muerte que, según la guerrilla, se debió a una “extraña enfermedad” tropical.
Según había relatado el cabo Jaime Durán, quien cuidó del oficial en sus últimos días de vida, este falleció desnutrido, sin poder movilizarse y encadenado.
Guevara fue plagiado junto a otros 60 compañeros por las FARC el 3 de noviembre de 1998 durante la toma de Mitú, departamento de Vaupés.