Zhengzhou, AFP
Hu Xiaojiao, una obrera de la provincia china de Henan (centro), miraba un reportaje televisivo sobre un escándalo que conmovió al país, un caso de esclavitud moderna en una fábrica de ladrillos, cuando reconoció a su hijo.
“Me trasladé precipitadamente a la fábrica, pero mi hijo ya no estaba allí. Estoy segura que se lo llevaron a otra parte. Desde entonces, no tengo ninguna noticia”, declara Hu, iracunda.
Hu forma parte de un grupo de padres que viven en Zhengzhou o cerca de esta ciudad, capital de la provincia de Henan, y que recorren China buscando desesperadamente a sus hijos desaparecidos, que suponen han sido secuestrados y vendidos como esclavos.
Sentada en una humilde habitación alquilada por otro miembro del grupo, Hu, cuyo hijo desapareció en 2005 cuando tenía 24 años de edad, explica que visitó un gran número de fábricas de ladrillos haciéndose pasar por una desocupada en busca de trabajo.
El grupo empezó sus investigaciones en 2007, el año en que estalló el escándalo, cuando el país descubrió que numerosos jóvenes chinos eran obligados a trabajar en condiciones sórdidas en fábricas de ladrillos y minas.
Muchos de ellos habían sido secuestrados en las provincias de Henan y Shanxi, y luego vendidos a los dueños de las fábricas gracias a la complicidad de autoridades locales y de policías, explicaron en la época los medios de información chinos.
Unos 600 trabajadores esclavos fueron liberados entonces, tras una vasta campaña oficial, pero después fueron descubiertas otras víctimas de ese tráfico humano. Y otras seguirían en manos de los esclavistas.
Al no recibir ayuda de la policía, los miembros del grupo de padres decidieron investigar por sí mismos y organizaron viajes a las fábricas de ladrillo de distintas regiones de China.
“Vimos gente que trabajaba con el pelo muy largo, en harapos y sin zapatos. Algunos tenían marcas de heridas en el cuerpo”, cuenta Miao Lisong, cuyo hijo desapareció hace cinco años, cuando tenía 25.
“Tratamos de preguntarles de dónde venían, pero vimos que tenían miedo de hablar”, dice Miao mientras tiende una foto de su hijo.
Algunas fábricas no los dejan entrar. Durante un viaje a Shanxi, personas con las que habló en tres fábricas le dijeron que habían visto a su hijo. Pero nunca pudo encontrarlo.
Li Yuquin participó en muchos de los viajes del grupo. La mujer, de 37 años de edad, no ha vuelto a ver a su hijo, de 16, desde un día, hace tres años, en que el muchacho salió con varios amigos.
“Por la noche pienso siempre en mi hijo”, dice llorando. “ Es duro de soportar cuando se ha visto en la televisión (en 2007) la manera como sufrían esos chicos ”, agrega.
Li cuenta la historia de una mujer que encontró a su hijo, Hao Jiyong, dos años después de haber sido secuestrado en las calles de Zhengzhou.