Imagen de Enriqueta Razo Cabezas, quien murió hace 36 días en una clínica del norte de Guayaquil. Foto: Archivo particular
Han pasado 36 días desde que Enriqueta Razo Cabezas murió en una clínica del norte de Guayaquil. Sus ocho hijos no han podido vivir su luto, con la incertidumbre de no conocer dónde está su cuerpo.
Su hija María Díaz cuenta a este Diario que hasta hoy, jueves 30 de abril de 2020, no sabe lo que pasó con su madre.
El 25 de marzo pasado, un médico de la casa de salud privada le informó que su progenitora había fallecido y que debían acercarse a la morgue para retirar sus restos. Pero el toque de queda desde las 14:00, que rige por la emergencia sanitaria, impidió a la familia realizar el trámite.
Al siguiente día, uno de sus hijos acudió a la clínica pero le informaron que debían tener la orden de cremación para poder entregarla. En esos días, los crematorios de la ciudad estaban colapsados y tuvieron que esperar otro día más para obtener un turno.
La mañana siguiente, la familia se enteró de que el cadáver ya no estaba en la morgue de la clínica.
“Nos dijeron que la Fuerza de Tarea del Gobierno se la había llevado al Hospital del Guasmo Sur. Ahí empezó nuestro calvario”, comenta.
María relata que su hermano compró un féretro para retirar el cuerpo, pero en el hospital le dijeron que debían esperar. Al principio pensaron que era cuestión de horas, pero la espera no tiene fin. El hijo de Enriqueta permaneció por ocho días en los exteriores de la casa de salud. Su hermana recuerda: “Llegaba a las 05:00 y se iba a las 23:00. Nos tenían engañados. Ya mismo le entregamos le repetían a mi hermano, pero al final nada”.
Después de esos días, su hermano no pudo volver al hospital porque una hija suya enfermó. Dos nietas de Enriqueta tomaron la posta en la espera. Las jóvenes esperaron con el ataúd de madera durante otra semana más.
El miedo a posibles contagios les impidió volver, pues en esos días había decenas de familiares que también buscaban los cuerpos de sus seres queridos.
La familia optó por contar su caso a través de redes sociales. “Dolor y desesperación” eran las palabras que utilizaron para pedir ayuda a las autoridades. Al texto también adjuntaron la fotografía de Enriqueta Razo, que tenía 85 años. Su hija María cuenta que esa imagen la tomaron el 2 de marzo pasado. Ese día, toda la familia se reunió para festejar el cumpleaños de uno de sus hijos. Ella recuerda que su madre ese día estaba muy alegre y que sería la última ocasión que pasaría rodeada de sus hijos y nietos.
Pocos días después, Enriqueta presentó problemas respiratorios. Sus hijos la llevaron al hospital del Guasmo, pero el sitio estaba repleto por la emergencia. Luego recorrieron varias clínicas, pero en ninguna había camas. Al final, la recibieron en una casa de salud privada, en donde permaneció dos días hasta fallecer. Los ochos hijos recaudaron USD 6 000 para poder cancelar los gastos médicos.
Al drama de la familia también se añade que dos hijas de Enriqueta viven en Italia. Ellas no han podido regresar al país por el impacto que el coronavirus ha tenido en la nación europea.
Por eso, la familia ha optado por pedir a Dios todos los días para que el cuerpo de su madre aparezca. El féretro que le compraron permanece en la sala de su casa, al sur de la urbe porteña.
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