Marcelo Naranjo. Director académico de la Universidad del Mar
Redacción Negocios
El pasado 8 de septiembre, el Foro Económico Mundial ubicó al país en el puesto 105 entre 133 países, en el ‘ranking’mundial de competitividad. Cada año, Ecuador retrocede y no hay mejoría. ¿A quién hay que pasarle la factura de esta caída?
Todos somos culpables de ello. El índice de competitividad refleja lo que es nuestra sociedad. No hay un culpable directo, pero sí puedo decir que todo nace desde los propios hogares. Somos los padres los que no enseñamos a los hijos el valor del trabajo. Bajo el argumento de que “no quiero que vivas lo que yo viví”, nos hacemos consentidores.
¿Por qué está aquí?
Su experiencia. Catedrático, investigador e inventor. Desde hace 7 años, dirige un convenio universitario entre Chile y Ecuador.
Su punto de vista. No somos competitivos por nuestra propia incapacidad. No nos ponemos de acuerdo y nos gustan los resultados rápidos y facilito.
Ud. está generalizando, pues hay muchos casos de ecuatorianos exitosos…
Claro que sí, pero aún son muy pocos en relación al universo de profesionales que se han formado o están formándose. En todo colegio o universidad hay el alumno vago y el abanderado. Pero ellos forman un grupo minoritario. Entre los estudiantes promedio está el grueso de la población y ellos casi no despuntan, caso contrario tendríamos miles de historias exitosas por contar. Lamentablemente, en el país aún hay la idea de que quien hace mucho dinero en poco tiempo es un referente a ser emulado.
Es decir, que persiste la hipótesis de los pobres resultados cuando se mira solo en el corto plazo, ¿eso también se aplica a las empresas?
A nuestros empresarios les hace falta investigar más, se han conformado con ser proveedores del mercado local, no se atreven a mirar afuera. En Chile, por ejemplo, por varios años se investigó cómo llegar con una chirimoya que pueda ser consumida por el europeo. Y se les ocurrió unificar el tamaño de la fruta para que pueda ser fácilmente llevada en las loncheras de la gente. Eso le falta al empresario nacional, dejar de tener miedo y atreverse.
Los empresarios se quejan de que el Gobierno no ayuda en su desarrollo: hay incrementos de impuestos, trabas comerciales, etc…
El Gobierno falla en no delinear una política de Estado. Si un día dice que en 10 años seremos los mayores productores de derivados de banano, todas las políticas deben ir encaminadas hacia ese objetivo, lo cual incluye beneficios tributarios, ayudas económicas, lo que sea. No podemos convertirnos en una isla, cuando todos están agrupándose para competir y vender cada vez más productos. Y la política de Estado debe ser superior a cualquier ideología, debe mantenerse con el tiempo, con la mirada puesta en cumplir la meta.
¿Con eso se asegura que Ecuador saldrá de los últimos lugares en el ‘ranking’?
Por supuesto que sí, siempre y cuando dejemos de lado las vanidades y pongamos en marcha un plan nacional. Si un gobierno X aplicó buenas políticas hay que continuarlas. Si seguimos metidos en nuestro metro cuadrado, va a ser difícil que compitamos a nivel mundial.
¿Cómo se puede empezar desde cero o, más bien, desde el puesto 105?
Miremos los ejemplos que hay a nuestro alrededor. La Unión Europea es un buen caso a ser imitado. Ellos atravesaron dos guerras mundiales. Las generaciones de los años cuarenta hasta los setenta experimentaron lo que es sufrir hambre y tener que empezar de cero. Dejaron atrás las peleas entre los países y se agruparon para fortalecerse. Ellos entendieron que no es lo mismo vender un par de zapatos, cada uno por su cuenta, que agruparse para producir un millón de zapatos y captar mayores clientes y mejores ingresos.
El Gobierno, al parecer, tiene otras prioridades. Hoy tiene en suspenso una negociación de libre comercio con la Unión Europea. ¿Qué efectos puede tener?
A ellos ni les preocupará. Dirán que si nos aislamos es nuestro problema y que nosotros nos lo perdemos. En el mediano plazo se sentirán los efectos.
La competitividad también viene acompañada de varios otros componentes como los salarios o los servicios públicos, por ejemplo. ¿Cómo manejar esos temas?
Todo es cuestión de que el país, unido y con diálogo entre todos sus actores, coincida hacia dónde quiere ir. No quiero decir que la competitividad es una especie de dios, pero siendo una isla no llegaremos muy lejos. Me da pena decirlo, pero creo que nuestra belleza natural y toda la cantidad de recursos juegan en nuestra contra. Nos hemos vuelto facilistas, porque lo tenemos todo.
¿Como ciudadanos, por dónde pueden los ecuatorianos apoyar para que el país sea más competitivo?
Hay decenas de cosas que podemos hacer. Personalmente, creo que un mayor nivel de exigencia en la educación es primordial para llegar a altos niveles de calidad. Hay que capacitar profesionales en todos los segmentos, porque si en un ejército tengo solo generales, ¿qué voy a hacer? Hay que desterrar la idea de que “lo importante es llegar a la meta rápido y con el menor esfuerzo posible”. El segundo paso es crear valor agregado a nuestros productos. Y, como tercer paso, aprovechar las ventajas que tenemos. Pregunto: ¿por qué no aprovechamos los rayos del sol, que caen con más fuerza aquí en nuestro país, para desarrollar la energía solar?