Raúl Córdoba Avilés
Después de escuchar los mordaces reproches de Fabricio Correa contra el Gobierno de su propio hermano Rafael, tildándolo que va de tumbo en tumbo y que más se parece al sexto velasquismo que a una revolución; se me vino a la mente de golpe y porrazo aquel hecho bíblico que da cuenta que a Dios (Yahvé) le agradó más el sacrificio de las primeras ovejas nacidas de su rebaño que le ofreció Abel, que los frutos de la tierra brindados por Caín.
Eso provocó en este último el celo y la ira que le indujo a matar a su hermano con una mandíbula de burro.
Y si de burros se trata, bien puede Fabricio Correa su ira causada por la terminación de sus contratos con el Estado, escogiendo en el “círculo rosa” que dice le rodea a su hermano Rafael, la mandíbula más apropiada y rubicunda, no para matar a nadie, sino para que únicamente sirva como trofeo de faenas de caza en el Salón Amarillo del Palacio de Carondelet.