Ángel, de Venezuela, entona canciones llaneras junto a los niños de su país y ecuatorianos, para un evento musical. Foto: Álvaro Guerro / EL COMERCIO
El venezolano Kevin prefiere esquivar los comentarios ofensivos que aluden a su nacionalidad. Lo mismo hace Karen, quien se ha bajado de buses, para evitar que su hija Justine se sienta rechazada. Pero esta madre no ha podido cubrirla de agresiones xenófobas (rechazo al extranjero), en su escuela, por ejemplo. “Tu país es feo”, “no sirve para nada” son frases que oyó la niña, de 8 años, cuando llegó a un plantel quiteño. Esos comentarios -cuenta- herían su corazón pero “soy fuerte, pues”.
Comentarios como “no soy xenófobo, pero no estoy de acuerdo con que los extranjeros accedan a salud o educación gratuitas”, abundan en las calles y en redes sociales. Estos han ido creciendo con la llegada de más venezolanos. El Gobierno da cuenta de que 300 000 ciudadanos de esa nacionalidad residen en el país.
En conversaciones cotidianas, esa población extranjera es vista como uno de los principales problemas del Ecuador, superado solo por la falta de empleo y la inseguridad. Ambas también relacionadas con la llegada de migrantes, reflexiona Jacques Ramírez, especialista en el tema.
Karen Padilla es socióloga y una apasionada de la fotografía. En su tierra tenía un estudio, pero la crisis acabó con su negocio. Vendió todo, tomó a su hija y vino al país. “No conocía a nadie y sentí algo de discriminación”, dice, y recuerda que un día bajó llorando del bus, porque ocurrió un incidente y la gente gritó: “todo es culpa de estos venezolanos”.
En Ecuador, 46% de 2 657 venezolanos consultados sufrió discriminación. El 15% experimentó violencia física o verbal. Lo dicen datos a diciembre del 2018, del Monitoreo de Flujo de la población Venezolana (DTM, por sus siglas en inglés), de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
La xenofobia también se ha reflejado en la falta de acceso a una vivienda segura. Kevin Celio, de 18 años, ha tenido dificultades para alojarse, por lo que optó por quedarse junto a sus dos hermanos en el restaurante que levantaron, para dar empleo a sus compatriotas y también a ecuatorianos.
En el Monitoreo de Protección, de Acnur y del Ministerio de Inclusión Económica y Social, de mayo, se muestra que al 45,2% de 1 682 extranjeros encuestados se le ha dificultado arrendar. Dos motivos resaltan: falta de recursos y rechazo por ser foráneos.
Al principio -cuenta Kevin- fue duro. No conocía a nadie y solo preparaba platos de su país. Hoy ya conoce las recetas ecuatorianas y las elabora para sus clientes. Luego de dos años, se lleva bien con las personas que residen en las inmediaciones de su restaurante, en San Blas, en el Centro de Quito.
Yasmina Hera es una periodista y catedrática venezolana. Ella llegó hace casi dos años con su hijo Abraham y su esposo. También dejaron todo atrás, por lo que tuvo que emprender proyectos para sostenerse y mantener a su familia.
Su pequeño, de 11 años, reconoce que sentía temor de que sus compañeros lo agredieran por su nacionalidad. Afortunadamente -dice- le recibieron con una fiesta de bienvenida.
Hoy Abraham tiene muchos amigos y en estos días el número crecerá, ya que es parte del festival Ecuador y Venezuela, unidos por una canción.
El evento es organizado por Migrante Universal, agrupación que busca la integración entre ecuatorianos y venezolanos, comenta Óscar Padrón, uno de sus miembros.
El festival será el sábado 14 de septiembre, en el Museo de la Ciudad, y contará con la participación de niños como el quiteño Emanuel, quien entonará la canción llanera: Tardes Cojedeñas. Justine, de 8, también cantará música de su tierra.
Organismos como la ONU impulsan campañas, entre ellas Abrazos que unen, con la intención de generar un espacio para compartir y multiplicar las historias de solidaridad y hospitalidad entre países.
Cruz Roja también realiza esfuerzos para evitar la xenofobia y ayudar al migrante. Tathiana Moreno, gerenta de Áreas Esenciales, dice que urge cambiar ciertos comportamiento. Sus datos lo evidencian: antes de concretar una venta, una venezolana recibe 10 propuestas sexuales.