Redacción Judicial
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La casa del sexto mejor equipo policial en la lucha antidrogas del mundo no está equipada con modernas computadoras ni complejos aparatos de espionaje, tampoco tiene celdas ni calabozos clandestinos.
Siete jefes en la unidad
La UIES tuvo como jefes a Édgar Vaca, Oswaldo Montalvo, José Vinueza (ex comandantes de la Policía) Pedro Cózar, Juan Carlos Barragán, Nelson Ortega, Manuel Silva y Rafael Pérez.
La otra sede de la unidad está en el edificio Benalcázar 1000. Allí están las oficinas administrativas y un centro odontológico.
Manuel Silva afronta un proceso penal en su contra por la presunta entrega de información a la Embajada de EE.UU. Él se presentó ayer al Juzgado Tercero de lo Penal de Quito.
Además, pidió al juez Magno Borja que se inhiba de conocer su caso. Él fue investigado por la UIES y Silva, por su actuación en un caso de narcotráfico. Luego, el juez fue sobreseído en el proceso penal en su contra.
La Unidad de Lucha contra el Crimen Organizado (ULCO), o hasta hace poco llamada Unidad de Investigaciones Especiales (UIES), trabaja en un modesto edificio de tres pisos, ubicado en Pusuquí. Adentro, sorprende la sencillez de sus equipos y mobiliario, nada de lo que se imagina de un centro de Inteligencia.
Ayer, los 106 integrantes (antes eran 120) recordaron los 25 años de creación de la UIES, en la cual se formaron. Su jefe, el coronel Juan Carlos Rueda, les pidió fortalecer un compromiso: combatir al crimen organizado, al narcotráfico y al terrorismo.
Desde su creación, la Unidad desactivó 250 organizaciones de narcotráfico y decomisaron 620 toneladas de estupefacientesTambién dio duros golpes a la guerrilla: el arresto de Simón Trinidad, uno de los líderes de las FARC; la destrucción de redes de clínicas clandestinas y centros de logística (armas y uniformes) para los guerrilleros, etc.
Según Manuel Silva, quien fue su jefe hasta febrero, el éxito se obtuvo porque la UIES era diferente: “La gente era escogida por su compromiso con el trabajo, no se contaminó con corrupción y tenía capacitación permanente”.
Para Silva, el liderazgo era vital. Sus jefes siempre propiciaron la estabilidad de sus miembros, a pesar de las quejas y denuncias.
Por eso -reconoce Rueda- los mismos integrantes de la UIES ahora trabajan en la ULCO, y en las mismas condiciones.
Sus rostros no se revelan y entre ellos se llaman por su “nombre de guerra”. Tienen modestos dormitorios en la tercera planta del edificio en Pusuquí. Hay un gimnasio, un cuarto con una mesa de billar, dos futbolines y una sastrería.
“Las personas que estamos al frente somos pasajeras; quienes son importantes son los sargentos, cabos y oficiales que han trabajado durante 25 años”.
El equipo policial nació por un Decreto del ex presidente León Febres Cordero, para combatir a la subversión. Desde esa época se lo relacionó con el SIC 10, grupo considerado autor de violaciones a los DD.HH. desde 1984.
Un agente recuerda que el SIC-10 no era un equipo policial, sino la denominación del patrullero que vigilaba el centro de Quito. Porque el SIC-11 patrullaba el norte y el SIC-12, el sur.
La Comisión de la Verdad indaga a la Unidad. Para sus comisionados, los archivos de la UIES son claves para descubrir abusos del Estado. La Comisión recopiló 300 000 hojas de archivos de las FF.AA. y de la Policía. De ellas, 250 000 son de la ex UIES. También visitó la sede de la Unidad. “Vinieron a verificar la denuncias de violaciones desde 1984 hasta 1988; pero este edificio se construyó en 1989”, dice Rueda.
Desde ese año, los gobiernos de turno buscaron eliminar a la UIES. Sus agentes eran considerados peligrosos por la información que manejaban y por su cercanía con Estados Unidos, el cual se convirtió en su mayor financista, con USD 2 millones anuales.
El gobierno de Rafael Correa eliminó esa dependencia. Un detonante fue su reunión con Mark Sullivan, representante de la Embajada de EE.UU. Él se presentó en el Palacio de Carondelet como el jefe de la CIA en Ecuador.
Mister Sullivan, como lo llamaban, llegó al país en diciembre de 2007, con 25 años de experiencia en el servicio secreto y varias condecoraciones. En la Embajada era Secretario Primero (un título diplomático) y también fungió como enlace con la UIES.
“Siempre estaba preocupado por la unidad. Era cortés y amable, saludaba al oficial más alto y al policía de menor rango”, recuerda un uniformado.
Como sus antecesores, Sullivan pidió un encuentro con el Presidente de la República, para explicar la coordinación con la UIES.
En enero de 2008, el ex jefe de la UIES Manuel Silva gestionó una cita con el presidente Rafael Correa, quien anticipó su idea de cambiar la influencia de EE.UU. en el sistema de seguridad.
Los nexos fueron los policías Rommy Vallejo y su lugarteniente, Santiago Mena, cercanos al Mandatario. La cita se concretó el 18 de enero. Los policías acompañaron al extranjero hasta el despacho presidencial, no entraron y solo miraron cómo se cerraba la puerta… Luego Correa dijo: “Hablemos claro: Sullivan era el director la CIA en Ecuador”.
Sullivan fue expulsado del país en febrero último, por interferencia en la Policía. El ex jefe de la Fuerza, Jaime Hurtado, dijo que presuntamente quiso interferir en la elección del jefe de la UIES, luego del relevo de Silva, y que recibió datos secretos de la Unidad.
El cordón umbilical entre EE.UU. y la unidad se cortó. Seis meses después, el golpe aún se siente. Las casas de seguridad en Quito, que eran financiadas por EE.UU., se cerraron. Ahora, la ULCO está concentrada en Pusuquí y en Guayaquil. Y siguen guardados más de una veintena de vehículos que entregó EE.UU.
Rueda explica que se hará el trámite para usarlos. También que recibirá la ayuda y se intercambiará información con EE.UU., pero con un trato transparente y acorde a una política de seguridad “soberana” del país.
La Embajada piensa igual. A un cuestionario enviado para conocer su relación con equipos como la ULCO, contestó: “Se coopera estrechamente con la Policía y las FF.AA. en la lucha contra las drogas. Como siempre seguimos brindando apoyo con fondos para equipos y capacitación”.
Rueda promete: “Habrá una contraloría de la información que se envíe al exterior, similar a una auditoría de gastos económicos”.