Redacción Quito
Veredas destruidas, vallas publicitarias, postes, vehículos, materiales de construcción… El espacio que según la Ley de Tránsito es de uso exclusivo para los peatones está lleno de obstáculos que dificultan la normal circulación de los viandantes.
Con paso lento, Guillermo Jarrín, de 93 años, cruzaba ayer el angosto callejón que se formó entre las mallas verdes al filo de la vereda y las rejas que limitan un edificio en la intersección de las avs. Colón y 6 de Diciembre.
David Reinoso, otro peatón, dice que esos obstáculos molestan a los peatones, porque solo hay espacio para una sola persona. “Los que venimos en sentido contrario debemos esperar”.
Manuel Barajas dice que el lugar se presta para los asaltos. “Los ladrones aprovechan que el lugar es estrecho y no hay salida”.
En la misma esquina, Gladis Bustos baja a la calle para rodear la estructura metálica que sirve como parada de bus, en la Colón. “Hay un riesgo de accidentes porque la gente baja a la calle para no chocar con la publicidad que ocupa la mitad de la vereda”, dice Darwin Morales.
Flavio Bohórquez asegura que los obstáculos que deben sortear los peatones contradicen a las leyes y sanciones impuestas a los peatones. “Cómo pueden imponer sanciones cuando no existen las condiciones adecuadas para un tránsito seguro”.
En algunos casos, hasta los árboles se vuelven un obstáculo para los transeúntes, según Blanca Borja. “Los árboles son necesarios, pero deben ser colocados en función del espacio disponible”, aclara Borja refiriéndose a los árboles que están sobre la estrecha vereda de la calle Yánez Pinzón.
En la 6 de Diciembre y Robles, Angélica Chiluisa rodea una enorme palmera que ocupa la mitad de la acera. Detrás de ella pasa Mónica Páez, quien asegura que pese a la incomodidad, no se puede eliminar el árbol que mejora la calidad del aire.
En la intersección de la Eloy Alfaro y República, Ana Fernández, quien empujaba el coche de su pequeño hijo, tuvo que desviar su camino para evitar a dos autos que se estacionaron sobre la vereda y frente al paso cebra. “Aquí no hay rampas ni respeto para los que caminamos”.
En la Diego de Almagro y Whymper, a diario se ven autos estacionados sobre las aceras. Mientras espera el bus, Verónica Quiroga dice que no se siente segura ni en la vereda. “Hace como un mes un chofer se subió a la acera y me rozó con el espejo lateral. Luego me insultó porque no me hice a un lado”.
Wladimir Sánchez, quien rodea un par de motocicletas estacionadas en la vereda para seguir su camino, dice que estos malos hábitos solo se pueden corregir con educación y sanciones.