De la Torre cursó la maestría y el doctorado en Economía en la Universidad de Notre Dame.
Entrevista a Augusto de la Torre, profesor de la Universidad de Columbia.
¿Las medidas económicas anunciadas por el presidente Lenín Moreno evidencian la existencia de un plan económico?
Todo depende de las expectativas que haya tenido la gente. Las mías eran bajas, porque el Gobierno está pasando por un proceso político muy importante, con una apertura al diálogo, una consulta popular en ciernes y el tema de la corrupción en primera plana. No había espacio político para un programa económico integral.
¿Por qué?
Un buen programa será doloroso, ya que deberá corregir los actuales desequilibrios económicos. Y para eso se necesita utilizar el capital político que el Gobierno se ha ganado por su buena gestión. No esperaba que esa inversión la haga ahora. Espero un buen programa económico luego de la consulta.
¿Qué debe contener un programa económico para ser considerado como tal?
Debe partir de un diagnóstico sobre el tamaño y la gravedad de los desequilibrios. Yo veo tres en el corto plazo: fiscal, en el sector externo y en la demanda interna.
¿Las medidas no corrigen esos desequilibrios?
Son bastante débiles y no ayudan a reducir significativamente el desequilibrio fiscal. Tampoco hacen mella para corregir el desequilibrio externo, el cual amerita abaratar los costos de producción en el Ecuador, de tal forma que los empresarios y trabajadores puedan competir con sus pares en Colombia o Perú.
El ofrecimiento de tener una gama más amplia de contratos laborales puede ayudar.
¿Se logra impulsar la demanda con las medidas?
La demanda interna colapsó a raíz de la caída del precio del petróleo. El Gobierno quiere empujar la demanda gastando más, pero eso empeora el desequilibrio fiscal. La única solución es generar importantes incentivos para aumentar la inversión privada e ir compensando el ajuste fiscal. Si este es muy violento podemos caer en una recesión. Necesitamos asegurarnos que el ajuste fiscal sea gradual, bien armado y que vaya acompañado de medidas que estimulen la inversión nacional y extranjera.
¿Las acciones del Gobierno van en esa dirección?
Falta una discusión más seria sobre las opciones reales que tiene el país para salir de la situación actual. Cuando se toman medidas aisladas es difícil tener una conversación coherente. Por ejemplo, en las medidas sobre el impuesto a la renta se plantea eliminar el anticipo para las empresas pequeñas y no para las medianas o grandes; y por otro lado se anuncia un aumento del impuesto a la renta para las medianas y grandes y no para las pequeñas. Esto, que tiene cierta presentación política, debiera someterse a una discusión más económica.
¿En qué sentido?
El aumento del impuesto a la renta solo para las grandes empresas suena bien políticamente, pero económicamente no ayuda a crear empleos.
¿Por qué?
Los datos muestran que las empresas que crean empleos son aquellas que están creciendo. Al aplicar un impuesto a la renta más bajo a las empresas pequeñas y otro más alto para las medianas, las primeras se quedarán pequeñas para no pagar más impuestos. Eso frena la creación de empleos. Además, desde el punto de vista fiscal, el aumento del impuesto a la renta no rendirá mucho, ya que en un momento de estancamiento económico las empresas no ganan.
¿Qué opciones había para corregir el déficit?
Hay temas que no se están conversando porque son sensibles políticamente, como los subsidios a los combustibles, la nómina y el tamaño del Estado, la racionalización de la inversión pública o incluso un aumento del impuesto al valor agregado (IVA), que si bien es regresivo puede corregirse con una buena política social. Otro debate es ir a un impuesto a la renta más alto pero transparente.
¿En qué sentido?
Para los empresarios, el impuesto a la renta en Ecuador no es 25% sino 40%, porque pagan 15% de las ganancias a los trabajadores. En Perú, por ejemplo, es 30%. En un mundo moderno, las empresas buenas comparten sus ganancias con los trabajadores a través de bonos o incentivos, pero lo hacen con aquellos que más contribuyeron a la gestión de la empresa. Eliminar el 15% es políticamente difícil, pero técnicamente es más sano.
Ahora, mientras se decide hablar de esos temas había que resolver problemas de la caja fiscal. ¿Era previsible la nueva emisión de bonos y el uso del oro de la reserva?
Un ajuste fiscal deberá ser gradual a lo largo de dos o tres años. Eso implica tener brechas cada vez menores que deben cubrirse con deuda. En esa transición la deuda tendrá que subir y eso no me asusta. Pero una cosa es endeudarse para corregir el problema y otra para evitar la corrección.
¿Y para qué se está endeudando el Gobierno?
Para evitar hacer recortes en el gasto público. Estamos desaprovechando la poca capacidad de endeudamiento del país. Creo que los economistas coinciden en tener un programa económico propio que pueda tener el apoyo del BID, la CAF, el FMI o El Banco Mundial. Así, el endeudamiento que necesitamos sería a más largo plazo, con tasas de interés más bajas y con asistencia técnica. El Gobierno debería arrancar el 2018 anunciando un programa económico integral que ataque los desequilibrios que hemos hablado, de una manera coherente y medible.