“Más que conceptual del arte creo que soy un vividor de lo que hago, no hablo de conceptos o de memoria porque suene bonito”.Unas manos, un largo tallo de espinas entrelazado, el costado de un hombre, unos pies que sangran…
Una mujer y sus pecados, otra mujer y las ruinas de lo que ya no existe, todas ellas con rostros que encantarían a cualquier hombre; la creación, todos ellos son eventos misteriosos difíciles de comprender, todos constan en la Biblia.
Para el pintor Alfonso Endara, estas imágenes corresponden a lo que debería ser el regreso a las raíces del arte. Es en estas pinturas que él logra justificar los orígenes y la razón del ser humano en el mundo.
Además, con esta serie de cuadros inspirados en la Biblia, el pintor pretende confrontar a quien las observe con su propia realidad, con sus miedos y vergüenzas, para que duela, pero al final para que sane cualquier herida.
El mensaje de estas pinturas es que solo rompiendo estos temores se puede alcanzar la libertad tan esperada del ser humano. Endara afirma que podemos llenarnos la boca diciendo que somos libres, cuando en realidad somos esclavos de mil cosas: del estómago, de los pensamientos, del dolor, de los afectos, del intelecto y la lista podría continuar por un largo rato.
Incluso la tecnología, ahora en lugar de ser un bien, se ha convertido en otro yugo: el teléfono celular, el facebook, la hiperconectividad.
Como un espejo, sus labios repiten la pregunta si se trata de arte cristiano. Endara no llamaría así a su obra, no quiere entrar en lo religioso porque Dios no es una religión ni auspicia ninguna, el hombre es quien ha hecho tantas religiones a su manera.
No cree en la religión, dice que es todo lo que habla de Dios pero no es de Dios. Piensa que en el nombre de Dios se han hecho “barbaridades y media” y aún se las sigue haciendo. Es otra de las esclavitudes del ser humano, por eso no le gusta hablar de ello.
A estos cuadros llegó después de haber pasado por muchas etapas. Una incluyó bodegones, otra muy conocida es la de retratista, tanto así que muchos presidentes latinoamericanos y algunos ecuatorianos han hecho sus retratos con este artista.
Incluso hizo una serie de mimos y payasos, cree que fue una de sus épocas más interesantes, ya que en estos cuadros mostraba el lado bueno y el malo de las personas. Dice que cuando queremos entrar en conquista amorosa mostramos solo lo bonito, lo encantador, pero luego se devela la otra cara que tenemos, el que no es tan bueno. Todo mundo tiene dos lados, y uno de ellos queremos que nadie lo vea.
Pero no se trata de ser transparente porque sí, es cuestión de se transparente porque es bueno y necesario. Para que después no se oigan historias de las puñaladas en la espalda que nos dan o hemos dado. Ahora ya ni nos extrañamos de eso, es lo común al ser humano. Endara pierde la vista en uno de sus cuadros y dice con un hálito de nostalgia: “Qué tan lejos estamos del camino”.
Su obra es el resultado de que hemos errado la vía, de que herimos y somos heridos, de que olvidamos nuestro origen, o nunca lo supimos. Echamos la culpa a otros por nuestros errores, de que nos sorprendemos si vemos malos hijos, cuando hay malos padres. En fin, de que somos malos sembradores.