Lento y trabajoso ha sido el restablecimiento pleno de las relaciones diplomáticas entre Ecuador y Colombia, rotas desde cuando fue violada la soberanía territorial de nuestro país, en marzo del 2008. Las disculpas que diera Uribe al Ecuador no fueron suficientes para el Presidente Correa, quien exigió acertadamente que Colombia reconociera su responsabilidad por los daños causados, cumpliera sus obligaciones con los refugiados colombianos en el Ecuador y entregara informaciones sobre la forma en que organizó y ejecutó el ataque a Angostura.
Durante la presidencia de Uribe fue posible llegar a la designación de Encargados de Negocios en las respectivas capitales. El Ecuador escogió, para el efecto, a un diplomático de carrera con una excelente preparación profesional. Su desempeño en Bogotá, por cerca de un año, ha sido positivo y fructífero. Supo mantener un perfil adecuado, fue parco y preciso en sus declaraciones y trabajó para facilitar la designación de embajadores.
Cuando Santos asumió el mando en el Palacio de Nariño, muchos creyeron que, dados sus antecedentes, surgirían nuevas dificultades. Sin embargo, no ha sido así. El Presidente Santos se preocupó personalmente de enviar mensajes positivos a Quito y Caracas y, en pocas semanas, el clima de las relaciones bilaterales en la región cambió para bien.
Bogotá fue la primera en anunciar el nombre de su Embajador en Quito, un jurista de prestigio, especializado en derecho penal. Ecuador acaba de hacerlo: nuestro Embajador será Raúl Vallejo. En el proceso de acreditación, Bogotá y Quito han dejado de lado las formalidades consagradas en la Convención sobre Agentes Diplomáticos, pero eso no es lo sustantivo.
Habría sido deseable que, dadas las complejidades de la coyuntura, el Jefe de la misión en Colombia fuera un profesional de carrera, garantizándose así experiencia, además de capacidad, para el desempeño de esas funciones. Vallejo es un político fogueado, de reconocida inteligencia, culto y dinámico. Su paso por la Cartera de Educación, que ocupó con tres presidentes, fue positivo. Mereció severas críticas por errores cometidos, pero no le han faltado los reconocimientos justicieros por su labor. Además, goza de la confianza del presidente Correa, condición indispensable para actuar con eficacia. Los momentos de poscrisis en los que le tocará trabajar exigirán de él prudencia, sabiduría, independencia de criterio y oportunidad. No siempre tendrá tiempo para consultar al Presidente. Deberá actuar, siguiendo la línea política oficial, pero con criterio propio sobre cómo hacerlo.
Esperemos que pueda seguir contando con la leal asistencia profesional del actual Encargado de Negocios o de otro eficiente funcionario de carrera. De ser así, tendrá éxito. Se lo deseamos de corazón, para bien del Ecuador.