Un despliegue de cultura y tradiciones se vive todos los años en las siete comunidades tsáchilas, en la provincia de Santo Domingo. Con música, danza, teatro, juegos ancestrales y rituales se celebra la fiesta Kasama, palabra en lengua tsáfiqui que significa ‘nuevo día o nuevo amanecer’.
Según Gumercindo Aguavil, gobernador tsáchila, esta celebración es una tradición ancestral que marca el inicio de un nuevo año para la nacionalidad.
Además, es una oportunidad para que los integrantes de las comunas Chigüilpe, Otongo Mapalí, Peripa, Poste, Búa, Cóngoma y Naranjos se encuentren y revivan sus costumbres.
Una de ellas es la degustación de la comida típica de la nacionalidad: pescado, plátano verde, mayón (gusano que nace en la palma africana) y chicha de caña de azúcar.
Este año, la fiesta Kasama se realizó los días 5, 6 y 7 de abril en la comuna Otongo Mapalí, ubicada en el kilómetro 7 de la vía a Quevedo, margen izquierdo, en el sur de Santo Domingo.
Sin embargo, la fecha oficial fue el sábado 7, que coincide con el Día de Gloria de la Iglesia Católica. “Nuestra fiesta y la Semana Santa tienen el mismo objetivo: la resurrección del amor”, señala Gumercindo Aguavil.
A esta celebración tsáchila se unieron algunas instituciones públicas como la Prefectura de Santo Domingo, las direcciones provinciales de Turismo, Cultura y la Secretaría de Pueblos. La Gobernación tsáchila fue la organizadora y promotora del evento.
La celebración se inició con una feria turística. Allí los tsáchilas exhibieron sus artesanías e hicieron demostraciones de shamanismo. “Queremos que la gente conozca nuestra forma de vida y el porqué nos sentimos orgullosos de ser tsáchilas”, aseguró Aguavil.
También se tenía previsto, ayer, la elección de la Mon Sona Tsáchila (reina Tsáchila).
Siete representantes de cada comuna iban a desfilar con la vestimenta típica. Es decir, falda con rayas rojas, blancas, azules, amarillas y verdes; una tela en el cabello, de diferentes colores, que se amarra en el cuello junto a collares azules y rojos.
Las candidatas debían expresar también un mensaje de unión para la nacionalidad.
En el Kasama se presentó una serie de eventos culturales como el homenaje a los ancianos de las comunidades tsáchilas, la elaboración del mishilí (corona de algodón que solo se usa en los rituales) y el concurso de equilibrio.
La tradición de la fiesta Kasama nació hace aproximadamente 500 años. “Los antepasados buscaban prosperidad para las comunidades tsáchilas”, explica el gobernador tsáchila.
En la década de 1530, un brote de fiebre amarilla en la región hizo que la fiesta dejara de organizarse y que perdiera paulatinamente fuerza.
Pero en 1961, el gobernador Abraham Calazacón la retomó para agradecer a los dioses. En especial por la concesión de los terrenos que ocupaban los tsáchilas en Santo Domingo por parte del Gobierno. “Ese fue un triunfo para la nacionalidad porque los colonos ya no pudieron adueñarse de nuestras tierras”.
Antecedentes
En la fiesta Kasama, hace alrededor de 500 años, los tsáchilas aprovechaban la celebración para pedir la mano de una mujer.
Uno de los juegos más esperados por los antepasados eran las peleas. Se enfrentaban por familias. La ganadora conseguía el respeto de la nacionalidad.
Una noche antes de la fiesta Kasama, los tsáchilas celebraban un ritual de purificación. En la mañana se bañaban en el río.