En Ambato, los pasajeros se quejan de que los buses irrespetan los horarios de circulación. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
En nueve ciudades del país se incrementó la tarifa del pasaje de transporte urbano de USD 0,25 a 0,30 hace uno o dos años. A cambio del alza, se pidió a los transportistas mejoras en las unidades y en el servicio, algo que según los usuarios no ha sucedido.
Para el incremento, en Guayaquil, Ibarra, Ambato, Santo Domingo, Latacunga, Riobamba, Loja, Esmeraldas y Manta se pidieron arreglos, paradas y adecuaciones en las unidades. Pero en casos como Guayaquil, pese a que en las unidades ya se hicieron cambios físicos, en los 2 500 buses que dan este servicio aún no se realizan mejoras en el servicio.
La Agencia de Tránsito Municipal (ATM) pidió modificaciones como una mayor distancia entre asientos, salidas de emergencias, dos escotillas, 20 agarraderas y espacio para personas con movilidad reducida. Para la usuaria Andrea Fernández, esas reformas se empañan por la actitud de los conductores. “Los buses son bonitos, pero los choferes no respetan las paradas y llevan a la gente como sardinas”.
Juan Pico, otro pasajero, cree que es positivo que ahora se permita el ingreso al bus solo por la puerta delantera. Pero se queja de que circulen con las puertas abiertas, pese a que está prohibido. Según Fernando Amador, director de Transporte de la ATM, ya han citado a más de 3 000 conductores por este último incumplimiento.
En el gremio del transporte hay diversas posturas respecto del servicio. Ricardo Onofre, gerente de Transurtres, aseguró que el sector alivió su déficit económico tras 13 años sin aumento, pero reconoce que aún hay falencias. “La gente nos pide mejorar el trato del chofer”.
En Esmeraldas ocurre algo similar. Allí se incrementó la tarifa del pasaje a cambio de mejoras en las unidades de dos empresas de transporte urbano, pero las críticas de los pasajeros son frecuentes.
En diciembre del 2015, el pleno del Concejo Municipal planteó el incremento que fue aprobado bajo la condición de que los dueños de las unidades las reformaran y prestaran un mejor servicio.
En Ibarra, a cambio del alza en los pasajes los conductores se comprometieron a renovar las flotas, formar sociedades anónimas, crear una caja común, implementar tarjetas con chip para el cobro de pasajes y financiar 150 paradas inteligentes. Para lograr esas metas presupuestan USD 300 000.
De esos acuerdos, solo se ha iniciado el de las paradas, explica Fabián Espinoza, de la Cooperativa San Miguel. Hasta el momento, se han instalado 20 de estas paradas inteligentes, con monitores que indican las rutas y el tiempo de llegada de las unidades.
Son pocos los buses que lucen bien en la ciudad, opina Viviana Rivera, una usuaria. Agrega que muchos incumplen los horarios de circulación y no todos los conductores brindan un trato amable.
Guillermo Abad, de Justicia Vial, explica que el buen servicio a los usuarios de la transportación pública debe estar garantizado en el contrato de operación que se establecen con las cooperativas. “Quien representa al usuario en ese contrato es la autoridad. Ellos deben exigir parámetros de calidad”.
Para medir el buen servicio, sugiere Abad, podrían utilizarse indicadores que consten en una bitácora de cada cooperativa de transporte. “Un parámetro de calidad es la seguridad, que incluye otros ítems, como el mantenimiento de la unidad o la revisión en los puntos de la licencia de conducir”.
La caja común también fue un ofrecimiento de los transportistas en Ambato y aún no se cumple. En esa urbe, el pasaje subió en el 2015 de USD 0,25 a 0,30 y la molestia más frecuente de los usuarios es el incumplimiento del horario de cada frecuencia. Para el concejal Robinson Loaiza, la falta de información impide hacer un seguimiento de este proceso. “Hay frecuencias que a partir de las 19:00 desaparecen”.
En Santo Domingo, el pasaje subió en el 2016, año en el que también salieron de circulación 70 de los 394 buses que prestan este servicio. Además se planteó un plan de mejoras, que consistía en la instalación de cámaras de seguridad, respetar las paradas, capacitación en atención, entre otros.
La pasajera Georgina Intriago señaló que los cambios han sido evidentes, a excepción del trato a los pasajeros. “Las paradas están muy lejanas la una de la otra y es preferible ir caminando”.
En otras ciudades, el incremento de los pasajes está en análisis. En Quito, el Concejo Metropolitano estudia un incremento de los pasajes en todas las modalidades, de
USD 0,25 a 0,33 o 0,46. Para llegar a un acuerdo, se plantean mesas de diálogo con los transportistas.
En Cuenca, el transporte urbano mantiene la tarifa de
USD 0,25 y el Municipio subsidia el medio pasaje de estudiantes, tercera edad y personas con capacidades especiales. Cada 10 meses cancela a la Cámara de Transporte
USD 2,8 millones que se distribuyen entre las 475 unidades.
El gobierno local espera los resultados de un estudio contratado con la Universidad de Cuenca para actualizar la tarifa de los buses y del tranvía. Wilmer Bravo, presidente de la Cámara de Transporte, dice que es justo un incremento porque desde hace más de cinco años no se revisa la tarifa.