Armando Jiménez fue nombrado Rector de la Basílica de El Cisne. Foto: Archivo / EL COMERCIO
La Diócesis de Loja perdió a dos reconocidos sacerdotes en los últimos dos días. El miércoles 29 de julio del 2020 falleció de neumonía, Celso Tacuri; y la tarde de este jueves 30 de julio, Armando Jiménez, afectado por una leucemia. Él se mantuvo 14 años como padre-rector del Santuario El Cisne, hasta el 11 de mayo pasado.
El padre Tacuri tenía 72 años y se ordenó como sacerdote en 1977. Desde el inicio de su vocación espiritual se vinculó con las parroquias fronterizas más pobres y necesitadas de la provincia como Jimbura, Nambacola, Sambi y Orianga.
Sus compañeros lo describen como una persona cercana a los pobres, alegre, de buen humor, conversador, preocupado por la evangelización y de espíritu jovial. Últimamente prestaba sus servicios en la parroquia María Auxiliadora, del cantón Catamayo. Sus cenizas reposan en la cripta de la Catedral.
Tacuri y Jiménez permanecieron varios días hospitalizados en la clínica San Agustín, de la capital lojana. El padre Rector había retornado hace 15 días de Estado Unidos donde esperaba –desde noviembre del 2019- por un trasplante de médula.
Hace 10 años fue diagnosticado de leucemia y por la pandemia del covid-19 se alteró su tratamiento y se resquebrajó su salud, explicó el sacerdote y compañero, William Arteaga. En ese país fue desahuciado y por eso regresó al país.
Armando Jiménez tenía 52 años de edad y nació en Jimbura, cantón Espíndola (Loja). Provenía de una familia muy humilde de 10 hermanos. A los 13 años –al terminar la primaria- migró hacia Macará para trabajar en la siembra de arroz, como albañil y carpintero, para ayudar a sus padres.
Pero, también, continuó sus estudios, terminó el colegio e inició su formación sacerdotal en los seminarios Misionero del Espíritu Santo de Colombia y Reina de El Cisne, de Loja. Estudió antropología y se ordenó como sacerdote en 1996.
Desde el 2006 le encargaron y luego fue nombrado Rector de la Basílica de El Cisne, cuando la parroquia enfrentaba problemas por supuesto mal manejo de los fondos que dejaban los miles de fieles que arriban cada año para venerar a la imagen de ‘La Churona’.
Con su sencillez y humildad llegó para dar confianza y tender puentes de diálogos, dice Arteaga. Jiménez participó –varios años- en la caminata de 71 kilómetros desde la parroquia lojana de El Cisne hasta Loja, la más grande romería que se vive en el sur del país, cada agosto.
Era un romeriante más, dice Arteaga. Organizaba las fiestas, charlas, convivencias y encuentros con los priostes de Loja, Azuay, Cañar y El Oro que mantienen viva la devoción por la imagen de la Virgen de El Cisne. Por eso, Jiménez era conocido en el Austro y su muerte ha sido sentida.
La Diócesis de Loja se unió con notas de pesar y solidaridad para la familia. El arzobispo de Quito, Alfredo Espinoza, puso en su cuenta de Facebook: “Tuve la alegría de que Armando Jiménez fuera mi Vicario General. Amó y sirvió con corazón devoto a la Virgen, la cuidó como un verdadero hijo. Para mí fue un hombre de Dios”.
Jiménez será despedido este viernes 31 de julio con una eucaristía ofrecida por el obispo de Loja, Walter Heras, en la Catedral. De allí sus restos serán trasladados al Camposanto Jardines del Zamora para descansar junto a la tumba de su madre.