Los últimos zapatos que fabricaron 11 estudiantes del tercero de bachillerato, dirigidos por el profesor Giovanny Vaca, son únicos.
Se trata de tres pares que tienen una planta ancha y de número 33 en el pie derecho y 53 en el izquierdo. Fueron diseñados para Erika, una niña con una enfermedad congénita que alteró el tamaño de su pie izquierdo, explica.
Él es uno de los 17 docentes que tiene la Unidad Educativa Cotacachi, antes llamado Instituto Tecnológico de la Industria del Cuero.
Este plantel, que tiene 18 años de vida, cuenta con una unidad de producción en calzado, carteras, correas… Según la Dirección Nacional de Bachillerato del Ministerio de Educación, es el único con esta especialidad en el país.
El centro educativo está ubicado en el sector San Teodoro, en el sur de este cantón que tiene fama en la producción de la rama artesanal del cuero. El Plan de Ordenamiento Territorial de Cotacachi señala que uno de cada tres establecimientos, de los 529 registrados en esta jurisdicción, corresponde a manufactura y artesanía.
El caso de Erika, quien vive con sus padres en Cayambe, fue conocido a través de la televisión, hace tres años, explica Kléber Cerpa, rector del establecimiento.
La niña era movilizada en una silla de ruedas por sus padres. No podía caminar sola, porque el pie izquierdo lo tenía deforme. En vez de zapato usaba una tela.
El docente Vaca asegura que era la primera vez en los 12 años que labora en la institución, que confeccionaba este tipo de botines.
“No teníamos una horma y por eso hicimos los zapatos con un sistema que se conoce en la industria del calzado como ajuste por piezas”. Es decir, midieron el volumen del pie, tanto de largo como de ancho, y luego definieron la proporción de cada parte.
Este caso se enmarca en el Proyecto de Calzado Especial (funciona desde hace cuatro años), que desarrolla el plantel educativo para personas del país con algún tipo de deformidad en los pies.
Durante tres años le proporcionaron los zapatos a Erika. Fue un reto para los estudiantes. Joel Chico, de tercero de bachillerato, explica que en la confección de cada par se demoran dos días. En uno hicieron los moldes y al siguiente los modelos: formal, casual y deportivo para la pequeña.
Para tomar las medidas, los diseñadores tuvieron que viajar a la ciudad de Cayambe, en el norte de Pichincha. Según Vaca, en casos como los de Erika, es vital hacer un buen diagnóstico y supervisar los procesos de diseño, corte, montaje y terminado, que se hace generalmente en esta prenda.
Kléber Cerpa explica que el Proyecto de Calzado Especial les ha permitido elaborar diseños especializados para más de un centenar de personas en cuatro años. Aunque dice que no llevan un registro de cuántos son. Los problemas más comunes que tienen son el pie plano y las deformaciones. “Si las personas son de escasos recursos económicos, como en el caso de Erika, los zapatos son entregados de forma gratuita”.
Cerpa asegura que les acredita los 18 años de experiencia que tienen en la fabricación de calzado. En la Unidad de Producción laboran cinco artesanos calificados.
Una malla metálica separa a esta área de los talleres en los que 370 alumnos de este plantel fiscal aprenden a confeccionar ropa, calzado y carteras. Algunos provienen de Tulcán, Quito y Ambato.
La planta industrial está equipada con maquinaria para desarrollar las cinco etapas de la fabricación del calzado. Mauricio Arias opera el equipo preformador de talones. Con este sistema hidráulico se preparan las piezas de cuero para una variedad de zapatos.
El colegio tiene dos almacenes de venta en las ciudades de Cotacachi e Ibarra. El producto se ofrece al público bajo la marca Pichaví, que es el nombre del río que cruza cerca al plantel educativo.
Cerpa comenta que esta actividad productiva les permite generar alrededor de USD 65 000 al año. Los recursos son reinvertidos en el mantenimiento de maquinaria y e infraestructura, asegura.
El último reto es incursionar en la fabricación de zapatos para la seguridad industrial. Según Cerpa, las botas con punta de acero o dieléctrica, que ellos hacen, cumplen con la normativa técnica. Por esta razón entre los clientes están industrias cementeras, municipios y prefecturas. Hacia ese mercado se enfoca parte de la producción.
Los artesanos de Cotacachi también esperan apoyo para innovar. Así lo considera Leonardo Alvear, presidente de la Asociación de Artesanos del cantón. “Sería bueno que los talleres locales reciban el apoyo de la unidad educativa”.
Entre tanto, los estudiantes de la Unidad Educativa Cotacachi siguen afinando sus conocimientos con la práctica. Es decir, ayudando a personas como Erika.
Tres líneas de artículos
En la Unidad Educativa Cotacachi se producen 18 pares de zapatos de cuero al día.
Según el Plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial de Cotacachi, el 90% de prendas de vestir de piel que se venden se produce en este cantón. El resto proviene de Tungurahua.
Los artesanos cotacacheños también elaboran el 75% de la marroquinería que se ofrecen en las tiendas locales. El resto proviene de Guano y Ambato, en Ecuador y Pasto, Colombia.
El calzado que se vende en Cotacachi, apenas el 10% es elaborado en la zona. La mayoría llega de provincias vecinas.