Natalia Valdivieso y Daniel Peña representaron a la Virgen María y a San José. Foto: Manuel Quizhpe/EL COMERCIO
Cada año se incrementa la participación de personas adultas en el tradicional Pase del Niño Viajero, que se realiza cada 24 de diciembre en Cuenca. Este 2018, familias completas se revistieron para ser parte del recorrido que se desarrolló durante seis horas por la calle Bolívar.
Los cuencanos Wilson Barahona y Martha Barbecho llegaron de Long Island, Estados Unidos, para participar en el desfile religioso-cultural con sus cuatro hijos. Ellos se vistieron de cayambeños y el menor de sus hijos, Mateo, salió de mayoral y se montó en un caballo. En el lomo del animal iba un gallo asado y en sus costados cargaba manzanas, uvas, ajíes e incluso una botella de tequila.
Ellos se mostraban felices, aunque un poco inquietos porque el caballo resultó demasiado movedizo. Barahona contó que, “es una promesa que le hicimos al Niño Jesús de venir a Cuenca y desfilar con toda la familia”. Él y su esposa viven más de 20 años en Estados Unidos.
Como ellos, cientos de familias cuencanas participaron en el Pase del Niño Viajero, que el lunes 24 de diciembre del 2018 se inició a las 10:15 desde la iglesia de San Sebastián. De allí se dirigieron miles de participantes con destino al parque de San Blas, en donde concluyó a las 17:20.
Un día sombrío acompañó a miles los devotos del Niño Viajero. Una de las delegaciones más numerosas fue Maskarade, que es una casa de disfraces. Contó con 2 100 integrantes, que participaron con danzas, cholas y cholos, con jóvenes mayorales y mayoralas.
La Academia Ballet también tuvo sus actores, entre ellos a Natalia Valdivieso y Daniel Peña, quienes representaron a la Virgen María y a San José. Ella llevaba en sus manos una figura del Niño Jesús. A lo largo del recorrido, fueron los más fotografiados.
Los hermanos Sebastián y Vicente Ortiz bailaron durante el recorrido con la vaca loca. Foto: Manuel Quizhpe/EL COMERCIO
Entre los más aplaudidos estuvieron los hermanos Vicente y Sebastián Ortiz. Ellos con sus brazos sostenían a las vacas locas confeccionadas con carrizo y papel. Durante el desfile bailaron con estusiamo y contagiaron a quienes se ubicaron a lo largo de la acera de la calle Bolívar.
Al final, todos los participantes bebieron chicha, recibieron pan y fundas de caramelos con galletas. Para presenciar el recorrido, fotografiar y filmar a los niños, jóvenes y adultos revestidos de cholas, saraguros, cañarejos, otavaleños, jíbaros…, llegaron turistas nacionales y extranjeros.