El 30 de junio pasado nueve expertos viajaron a Guayllabamba para continuar con la búsqueda de huesos fósiles y de otros animales vivos, como parte del proyecto ‘Fauna Actual y Pasada de los bosque secos del callejón interandino’.La expedición se inició en marzo del 2009 y cuenta con el auspicio de la Secretaria Nacional de Ciencia y Tecnología.Entre sus materiales de trabajo, constaban nueve GPS’s, 10 libras de yeso, 150 vendas de yeso, tres rollos de papel aluminio y una decena de espátulas. También llevaron cámaras fotográficas para registrar los hallazgos y ropa para cambiarse durante los cinco días que duró la expedición, que además incluyó al Valle del Chota. En ese viaje, Luis Albuja y Alfonso Argero buscaron especies de animales vertebrados vivos; Ana Armandáriz y Jorge Brito, reptiles y anfibios; Daniel Montalvo y Glenda Pozo, aves; Hernán Troya y Luis Espinoza, insectos, mientras que José Luis Román, paleontólogo, buscaría restos fósiles de animales.Román es el único paleontólogo registrado en el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural y por lo tanto es a él a quien le designan los diferentes proyectos.“Él es el único que ha presentado los requisitos para formar parte de nuestra nómina de investigadores”, afirmó Richard Santos, del Instituto de Patrimonio. Antes de emprender su viaje, los investigadores mantuvieron una reunión de trabajo. Allí, con un mapa geológico en mano, determinaron las zonas que iban a ser estudiadas. Ese es el primer paso que realizan siempre los científicos antes iniciar la expedición.El presupuesto, por lo general, es corto y no pueden aventurarse a visitar un lugar sin antes analizar las posibilidades de encontrar animales vivos o restos fósiles en un determinado yacimiento.Ya en el lugar, los investigadores marcaron los puntos en los que posteriormente se realizarían las excavaciones. Ese día, Román tuvo suerte, pues encontró fragmentos de huesos fósiles de caballos, mastodontes y de un ciervo. Según los análisis especializados, todos ellos vivieron en el Pleistoceno, en la última era del hielo.Tras hallar las evidencias, los investigadores eliminaron la mayor cantidad de sedimentos que rodeaban a los fósiles, para después forrarlos con papel aluminio y una capa de yeso.Una vez en el laboratorio del museo de Historia Natural de la Escuela Politécnica, retiraron el yeso y el papel aluminio, y con pequeños escariadores dentales (taladros), agujas o alfileres retiraron el resto de sedimento.Ese trabajo requiere de mucha paciencia, pues con un brusco movimiento se podría romper el hueso, tan expuesto a factores climáticos. La limpieza puede durar varias horas o hasta días. En ocasiones, los investigadores tardan hasta 24 horas en liberar de sedimento un centímetro de hueso. En otros casos solo es cuestión de horas.