Los niños Jesús son más que figuras religiosas inmóviles para algunas familias de Santo Domingo. Se han convertido en un integrante más y un protector espiritual.
Por eso sus dueñas no escatiman en darles atención especial. Bertha Ramos, por ejemplo, lo mantiene impecable: ropa blanca adornada con lentejuelas. Duramente todo el año, la figura pasa en un altar que se construyó en la entrada de la casa.
Solo entre el 5 de diciembre y el 6 de enero de cada año, la santodomingueña lo coloca en el pesebre, dentro de su hogar.
“Lo baño cada 15 días con agua de rosas y champú, lo perfumo, le mando a hacer ropa cada tres meses, además de unas colchas abrigadas para el frío de las noches”, comenta Ramos.
Ella adquirió el Niño hace 35 años. Fue un regalo de su madre Carmen Lucila Herrera.
En un principio Herrera entregaba el niño a distintos priostes cada año y estaba en diferentes casas. Pero Ramos recuerda que no todos lo cuidaban igual.
Al fallecer su madre, hace aproximadamente 20 años, el Niño quedó en su poder. Tuvo que enviarlo a un taller especial para ‘curarle’ los raspones.
Desde entonces lo cuida celosamente. Hoy la figura ya no sale de casa. Ahí se hacen las novenas de la familia cada año.
Es una tradición que la santodomingueña quiere heredar a sus hijos y nieto para que valoren el significado de la Navidad y no crean que “Papá Noel y los regalos son lo más importante”.
Los festejos a los Niños
Yolanda Sarango, de 50 años, es otra devota. Tiene a su ‘bebé’ desde hace 35 años. Cada 13 de enero le prepara una ceremonia religiosa y una fiesta.
Toda su familia llega de distintos rincones y preparan comida especial, contratan artistas y adornan la casa con serpentinas y muchas flores de colores.
No puede dejar de festejarlo. Ella recuerda que un año pasó por alto la fiesta y tuvo que enfrentar una serie de contratiempos personales y familiares.
Por eso la celebración es el acto más importante del año. En el 2012 pidió al Niño que le ayudara a trabajar para construir una iglesia en el barrio 6 de Diciembre de la cooperativa Liberación Popular. Entonces le dijo “Envíanos a tus ángeles para que nos ayuden a trabajar y así poder construir tu propia casa y déjame trabajar, pero quiero que al fin de año me des mucho trabajo”.
Ese año el Municipio de Santo Domingo la invitó a participar en una feria de la colada morada donde ganaron el primer premio.
Recibió USD 10 000 en materiales de construcción. Con eso y un poco de ahorros pudieron construir la iglesia del barrio. También al finalizar el año logró un contrato para elaborar 2 000 camisetas, pues tiene una micro-empresa de serigrafía.
“Siempre nos ayuda. Es muy bueno. Pero también se reciente si se lo descuida”. En una ocasión, dice Sarango, le prestamos por nueve días a un compadre que estaba atravesando un problema familiar y nos despreocupamos.
Entonces un día se empezó a quemar el altar. Fue tan grande el susto que después de apagar el incendio inmediatamente me fui a traerle a la casa. Afortunadamente el incendio fue pequeño y no pasó a mayores.
Targelia Remache, de 64 años, también cree en los ‘milagros’ de sus tres niños. Los tiene desde hace 30 años. Estos fueros adquiridos con sus esposo Jorge Humberto Castro (+).
Por eso son tan importantes para ella. Le recuerdan a su compañero de vida. En estas épocas no puede contener las lágrimas al tenerlos en las manos.
Cuando se enteró que su esposo tenía una enfermedad terminal, lo único que pidió a los niños era que su esposo no sufriera y ellos lo guiaron para que pudiera encontrarse con Dios, comenta la santodomingueña. “Hoy doy las gracias a mis niños porque me dieron las fuerzas para salir adelante y tener a mis siete hijos conmigo y pendientes de mi bienestar”.
El afecto de los devotos
En la misa del 24 de diciembre se lleva a los niños Dios a las iglesias para que reciban la misa donde se recuerda su llegada al mundo. Se los lleva en canastas con flores.
Algunas familias también compran joyas para las figuras religiosas como cadenas. Y los envían a retocar periódicamente con los artesanos de la provincia.
Los niños que no tienen un altar pasan en vitrinas especiales. Algunos están a la vista de las personas que llegan y otros hasta en cajas fuertes para cuidarlos de posibles robos.
Bertha Ramos levantó un altar para que su Niño Jesús pueda permanecer durante el año. La familia se persigna cuando llega a casa.
Yolanda Sarango tiene una variedad de trajes especiales para vestir a su Niño Dios. Lo cambia de forma periódica en el año.
Targelia Remache tiene tres Niños Dios desde hace 30 años. Les reza de manera frecuente y los lleva a las ceremonias religiosas.